Es imposible describir en palabras el extraordinario nivel de entusiasmo y pasión que quedó encapsulado, como en una olla de presión, en el Congressional Auditorium del Capitolio de los Estados Unidos la semana pasada, el escenario donde juramentó el nuevo grupo de miembros de la bancada hispana de la Cámara de Representantes. Treinta y nueve mujeres y hombres, el número más alto de la historia, ansiosos todo de servir a su comunidad.
Como periodista arrastro décadas cubriendo asuntos de interés público, pero sólo recuerdo haberme impresionado por un nivel comparable de intensidad política: la puja presidencial del carismático senador de Vermont, Bernie Sanders, en 2016. Aún recuerdo nítidamente las lágrimas de una joven adolescente que, con la voz trémula, lamentaba que el septuagenario senador socialista no hubiera ganado la candidatura demócrata. Pero en la noche de los latinos en la Colina del Capitolio no había espacio ni para las lágrimas ni para la nostalgia. Era un estallido de energía en su forma más pura: cientos de latinas y latinos, en su abrumadora mayoría adultos jóvenes, coreaban, chiflaban y rendían ovaciones de pie a las estrellas del firmamento político latino de los Estados Unidos: los miembros del Caucus Legislativo Hispano.
No era para menos. La 116 legislatura podría llenar varias páginas de los libros de records. Tendrá 102 mujeres, entre ellas dos nativo-americanas, una musulmana, representantes de la comunidad LGBT y claro, 39 latinos latinas y latinos en la Cámara de Representantes y 3 más en el Senado. El color del nuevo Congreso será pues lo más cercano al café con leche: el reflejo de una diversidad multiétnica, multirracial y multicultural que llegó para quedarse.
Y para la comunidad latina será una legislatura llena de hitos. La legisladora más joven de la historia: Alexandria Ocasio-Cortez, de 29 años. El primer legislador nacido en México: Jesús “Chuy” García. El primer latino que es presidente adjunto de la Cámara de Representantes: Ben Ray Luján y las dos primeras latinas que representan a Texas: la senadora estatal Sylvia García y la magistrada Verónica Escoba.
Ciertamente es un momento de optimismo, pero no tanto como para echar las campanas al vuelo. Los latinos aún estamos por debajo de emparejar en la arena política nuestro peso demográfico. La famosa “paridad” política debería traducirse en al menos 73 legisladores en la Cámara de Representantes y al menos 17 senadores. Por eso digo, que nadie llame aún al mariachi para festejar.
Pero este nuevo récord de representación electoral en el Congreso es un recordatorio vivo de la importancia de la creciente participación de los latinos en elecciones de todos los niveles. Las elecciones tienen consecuencias y el voto cuenta. Ahora les corresponde a los 42 latinos de la 116 legislatura mostrar con su trabajo y esfuerzo que la lucha valió la pena.
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