EFE
Con el paso de los años las elites han centrado sus relaciones de poder en las políticas fiscales para conseguir su consolidación nacional y proyección internacional, un hecho que también se vive en Centroamérica, una región donde hay “Estados para sobrevivir y no Estados para el desarrollo”…
Ante esta situación, explica en una entrevista con Efe el director del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), Jonathan Menkos, la ciudadanía debe de comprender que hay que tener “una actuación política” para que esas clases “empiecen a permitir los cambios”.
Y es que durante años, el sistema fiscal de Centroamérica ha sido diseñado para “conservar un estatus quo en términos de que no pase nada”, siendo reflejo de “Estados sumamente débiles” en una región que ha transitado “de guerras civiles y de procesos de mucho conflicto social hacia modelos que intentan ser democráticos”.
Sin embargo, ese propósito, asegura Menkos, no se ha logrado, al fracasar en “equilibrar esa búsqueda de una mayor democracia” con un desarrollo sostenible y social.
Pero el momento actual, con “una sociedad mucho más vibrante” y levantada frente a la corrupción, la falta de educación, de salud y de sanidad es determinante para alcanzar el anhelado cambio.
Actualmente, agrega el economista, más del 70 por ciento de la población rural de la región vive en condiciones de pobreza y para lograr el progreso de estas áreas es necesario “construir una visión de desarrollo rural, no como un espacio residual del mundo urbano”, sino con un enfoque “más integral” con miras a un “crecimiento económico sostenible”.
El mejor futuro, “la democracia del desarrollo”, pasa por la creación de cuatro paredes: un crecimiento económico sostenible con generación de empleo; la eliminación de la “esclavitud económica, política y social” en mujeres, indígenas y jóvenes; la efectividad de las instituciones públicas y la transparencia “de la vida colectiva”.
“Las zapatas, lo que da fuerza para que no se caiga la democracia, es la política fiscal. Es la columna vertebral de cualquier proyecto de nación”, alerta el especialista en desarrollo, quien advierte que para alcanzar un país sin pobreza, con empleo y seguridad es necesario recabar más fondos, aumentar la recaudación tributaria.
Todos los centroamericanos, explica, tienen claro dónde quieren vivir, pero “dónde comienzan los problemas es cuando preguntamos quién va a pagar esos países, porque lo que tenemos en la actualidad no da para nada eso”.
“Centroamérica está obligada a tener una nueva discusión que permita llegar hacia pactos sociales y fiscales que renueven nuestros votos por la democracia”, pero en ese debate también se requieren “liderazgos” políticos “con una mirada mucho más comprometida”, pues ésta, añade, es una de las carencias de la vida en sociedad en la región.
Ese es el gran reto, lograr una política de desarrollo, pero no empezar ahora, en este momento, con la transformación, tiene sus riesgos: “Significa la pobreza y la ingobernabilidad en el futuro”.
“Estamos desperdiciando esa ventana que permitiría una sociedad que se inserte en el mundo global con suficientes posibilidades de éxito”, resume, haciendo referencia a una población donde más de la mitad es menor de 25 años, erigiéndose así como la esperanza del cambio.
Conquistar esta quimera, arguye Menkos, que forma parte del Icefi desde el 2006, es posible: “Se puede hacer respetando el medioambiente y reconociendo que la mano del hombre suele ir más rápido de lo que va la regeneración”.
Esta transformación, con “una mirada más humana” que construya “equidad”, será además una “respuesta contundente” frente a problemas regionales comunes como la migración, el narcotráfico, el crimen organizado o el cambio climático, pero, advierte, “se requiere buscar consenso”.
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