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Chicho, el niño peruano que se ha convertido en un santo popular

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El Viralero 

De Benito Kozman 

José Luis Tipacti Peñavásquez, más conocido como Chicho, pidió permiso a su madre para acercarse a un centro de Internet cercano a su casa, en la ciudad de Ica, en el centro sur de Perú…

 

Aquella tarde del 15 de agosto de 2007, el niño de nueve años nunca más regresó; había muerto bajo los destrozos que provocó un fuerte terremoto de 7,9 grados que azotó la región.

Sin embargo, un toque mágico, tan propio en nuestras culturas, tan dadas a la fe y a la religiosidad, ha marcado el terreno baldío que se encuentra en el cruce de las calles Nasca y Ayacucho, donde se encontró el cuerpo sin vida del menor.

Cuenta la leyenda que cuando apareció su cuerpo, a pocos centímetros fue hallada una moneda de 50 centavos, como si el niño se afanara en devolverle a su madre el dinero sobrante tras su juego online.

Allí mismo, primero alguien colocó una pequeña cruz de madera, a cuyo lado los paseantes anónimos depositaban un ramo de flores o algún juguete. Seguidamente fue erigida una especie de altar.

A partir de aquella lamentable muerte, fue creciendo un mito, hasta el punto que desde Lima, la capital, e incluso desde el extranjero, vienen los turistas a rendirle honores y a pedirle favores a la figura de este niño que se ha convertido en motivo de fervor popular.

Lo más curioso es que hace apenas dos años, una señora muy devota financió la construcción de una casita de cuatro metros cuadrados, exclusivamente dedicada a albergar un santuario a la memoria de Chicho, este nuevo santo popular para los peruanos.

“Siempre lo saludo y le rezo un padre nuestro. Le pido que me vaya bien en salud y trabajo”, testimonia Augusto Blas Ramos, un iqueño de 43 años, de acuerdo con un reporte del diario peruano El Comercio.

Lo curioso, relata este periódico, es que muchos de los paseantes no le rezan a la figura del Cristo en su cruz, ni a la Virgen María. Chicho, quien ahora tendría unos 17 años, se ha convertido en su guarda y su talismán.Tomado de la página de 

Juguetes, flores, algo de ropa, fotos cuidadosamente colocadas por los devotos, rodean una escultura que parece reflejar el mismo rostro y la figura del jovencito fallecido.

Idéntica imagen puede verse en el apartamento en el que todavía residen los padres de Chicho, cerca de la también destruida iglesia del Señor de Luren. Allí, en un modesto espacio de la calle Piura, Edith Peñasvásquez y José Tipacti han querido que la habitación en la que su hijo dormía sirva también de paso para todo aquel que necesite un poco de paz y de ayuda espiritual.

Colmado de juguetes de todos los tipos, de angelotes de colores, de cruces, collares, fotos y cirios, este espacio sirve, además, para que no pocos depositen sus donaciones de ropa o juguetes, que luego los padres de Chicho distribuyen.

“Todo se comparte –apunta Edith-. Jamás he lucrado con mi hijo”.

De manera que la presencia de Chicho se ha ido afianzando con los años, siendo incluso considerado por muchos como un ente protector.

“Me quiso dar un derrame –explica Rolando Ramírez Aquije, un vendedor ambulante de 69 años, residente en la capital-. Pasé su estampa por mi cuerpo y sentí alivio, una mano bendita”.

“Mi esposa no podía tener hijos pero le recé con mucha fe y hoy tengo dos hermosos niños”, confesó emocionado para Diario correo Juan Hernández Quispe, un mototaxista que no ha dejado de visitar, en signo de agradecimiento, a su figura venerada.

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