A principios de los años 40’s en la mayoría de la grandes ciudades de la provincia mexicana empezaron a proliferar salas de cine, que en su momento fueron la gran atracción de cada lugar. Pero este “b
A principios de los años 40’s en la mayoría de la grandes ciudades de la provincia mexicana empezaron a proliferar salas de cine, que en su momento fueron la gran atracción de cada lugar. Pero este “boom” pronto también llegó a las pequeñas poblaciones, abriéndose muchas salas que curiosamente en su mayoría tenían el mismo nombre: “Cine Colonial”…
Esta es una historia referente precisamente a esa época. Cuentan que en una población rural de Guanajuato, se inauguró un cine. Había en a quel lugar, una chica, a la que llamaremos Claudia, que le encantaba ir con su novio al cine. Lo malo era que Claudia siempre regresaba a altas horas de la noche a casa y aunque sus padres la regañaban e incluso la amenazaban en que si volvía a llegar tarde sería castigada. Además, su madre le había advertido más de una vez que algo malo le podía ocurrir, pero todo eso a la desobediente muchacha le tenía sin cuidado… Y una y otra vez la joven regresaba tarde a casa.
Se dice que fue un día de marzo, cuando el novio invitó a Claudia al cine y ella, por supuesto aceptó. Pero aquel día su mamá, desesperada, la encerró bajo llave, sin embargo ella se las arregló para salir de la casa e ir a encontrarse con el novio.
Cuando llegó, buscó con la mirada y volteó hacia todos lados, pero su novio no había llegado, así que se sentó y esperó… esperó… por casi dos horas, pero su novio no aparecía. Y justo cuando se iba a alejar del lugar, llegó un chico muy apuesto y le preguntó si quería entrar al cine con él, puesto que su pareja lo había dejado plantado. Claudia lo dudó unos segundos, pero luego se decidió y entraron juntos a ver la película. Mientras estaban dentro del cine, a la joven se le cayó algo al piso y se inclinó para levantarlo; en eso miró a los pies de su acompañante y tremendo susto se llevó cuando se percató de que el apuesto muchacho tenía ¡una pata de mula y otra de gallo!
Horrorizada levantó la vista, quiso huir, quiso decir algo, pero no pudo. Sentía paralizado el cuerpo, ¡no se podía mover, ni hablar, ni mucho menos gritar! y empezó a sentir que le faltaba el aire… A la mañana siguiente, mientras limpiaban el cine, encontraron debajo de las bancas a una joven muerta, con las manos crispadas y llenas de sangre… Se dice que fue asesinada por el mismísimo diablo, pero que ella, en su desesperación, lo alcanzó a rasguñar e incluso hasta llegó a arrancarle algunos pedazos de piel.
Claudia fue sepultada en el cementerio municipal y su madre juró ir a visitarla todos los días hasta que ya no pudiera más. Y cumpliendo precisamente esa promesa, un día después, fue al cementerio a llevarle flores… pero cuál fue su sorpresa al ver que la tumba estaba vacía! Desesperada lo buscó por todos lados, encontrándolo a un lado de la puerta, justo a la salida del cementerio. Cuando le pidió una explicación al sepulturero de este extraño suceso, él juro y perjuro que no sabía lo qué había sucedido.
Al día siguiente volvió la señora a llevarle flores silvestres a su hija y otra vez, el ataúd estaba a un lado de la salida… Y así continuó este extrañísimo suceso, un día sí y el otro también! Con la ayuda de varios vecinos, la señora decidió descubrir a él o los graciosos que movían la caja donde estaba su hija, así que algunas personas se quedaron vigilando el ataúd. Cerca de la media noche, pudieron ver cómo el ataúd era levantado por unas sombras, como una especie de espíritus que sacaban el ataúd de la tumba y luego, flotando lo llevaban hasta la entrada del cementerio… ¡justo en donde lo habían encontrado desde hacía varios días! El pánico se apoderó de todos, por eso el ataúd no fue movido nunca más pues, y es que, aunque lo pusieran en el lugar en donde debería estar, ¡siempre amanecía en la puerta!
Pasó el tiempo y el cementerio se cerró… Aquella parte del viejo panteón quedó totalmente cubierto por plantas silvestres y tierra con una capa de cemento cubriéndolo para evitar que fuese abierto. Los muy ancianos, cuando hablan del caso dicen que, como la joven había sido asesinada por el diablo, la Tierra Santa en la que fue sepultada ¡no la quería! En tanto que aquel “Cine Colonial” permaneció cerrado varias décadas, hasta que un comerciante lo compró convirtiéndolo en la bodega de una mueblería… Pero dicen, que aún hoy, en ciertas noches luna llena, se escuchan algunos jadeos y respiraciones entrecortadas como de alguien que se está asfixiando… ¡¡¡O lo están ahorcando!!!
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