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CON LOS VIRUS NO SE JUEGA

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La coincidencia de tres virus: COVID, influenza y el virus respiratorio sincitial (RSV), han desatado una tormenta perfecta de salud pública en los Estados Unidos que ha saturado a un creciente número de hospitales en el país, especialmente las salas pediátricas, y provocado una escasez de medicamentos infantiles.

De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los niveles de contagio de COVID y de la influenza son incluso superiores a los registrados el año pasado, ya que se han registrado hasta inicios de octubre más de 8.7 millones de casos de flu, incluyendo 78,000 hospitalizaciones y más de 4,500 muertes registradas.

Ahora sabemos que las complicaciones de salud derivadas del COVID y de la influenza son en gran medida prevenibles gracias a la vacunación.

Pero ya nos encontramos en el mes de diciembre, en vísperas de las fiestas de fin de año y hasta el momento sólo uno de cada cuatro adultos estadounidenses ha recibido la vacuna contra el flu. Aunque sean cifras ligeramente más altas que la temporada anterior, son claramente insuficientes para contener la ola de influenza.

Peor aún, de acuerdo con los CDC las tasas de vacunación contra el flu son especialmente bajas en algunos de los grupos de más alto riesgo, afectando más a los adultos mayores de 65 años, las mujeres embarazadas y los niños. Hasta el momento se han reportado 14 muertes pediátricas, incluidas 2 la semana pasada.

Y aunque los virus no distinguen la edad, el color de la piel o el origen étnico, las personas de algunos grupos minoritarios raciales y étnicos tenemos más probabilidades de ser hospitalizadas con gripe.

En comparación con los adultos blancos, las tasas de hospitalización por influenza son 20% más alto entre los adultos hispanos, 30 % más alto entre los adultos indios americanos/nativos de Alaska (AI/AN) y casi un 80 % más alto entre los adultos negros.

Aún cuando puede haber más de una razón para el desproporcional impacto de los virus en nuestras comunidades, una de las explicaciones parece obvia: durante la temporada 2021-2022, la tasa de vacunación contra el flu de los latinos adultos fue de apenas el 38% y de 42% en los afroamericanos, comparado con un 54% entre los adultos blancos no hispanos.

El mensaje es claro: Una vacuna anual contra la gripe es la mejor manera de protegerse contra este virus. La vacunación ayuda a prevenir infecciones y también puede prevenir resultados graves en personas que se vacunan pero aún se enferman de gripe.

Es verdad que la vacunación no siempre previene o logra evitar la infección, pero puede hacer que los síntomas no sean más severos y que reduzca el riesgo de la hospitalización o la muerte. Y como hay que predicar con el ejemplo: Yo estoy vacunado contra el COVID y contra la influenza, usted y su familia deberían hacerlo también.

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