Desde tiempos inmemorables han existido diversos métodos de sanación, muchos de ellos más por buena voluntad que verdaderamente eficaces, sin
Desde tiempos inmemorables han existido diversos
métodos de sanación, muchos de ellos más por
buena voluntad que verdaderamente eficaces, sin
embargo para ese entonces era lo mejor que existía;
pero dentro de esa gran variedad de remedios
para sanar enfermedades, existían algunos verdaderamente
terroríficos y hasta devastadores. He aquí
algunos ejemplos de éstos…
….Antiguos Métodos Curativos
Para los médicos del siglo XIV la peste bubónica
era un misterio tan indescifrable como podría haberlo
sido una bomba atómica. Si bien en algunas
ciencias se habían alcanzado algunos progresos
modestos, la medicina había permanecido prácticamente
estancada durante un milenio. Se pensaba
que la salud era regida por los cuatro líquidos o
fluidos corporales llamados humores y que estaba
sujeta a la influencia de fuerzas astrológicas u otras,
todas igualmente oscuras. La idea de que una enfermedad
pudiera ser causada por organismos diminutos,
como las bacterias y que pudiera diseminarse
por medio de las ratas y las pulgas, estaba reservada
a siglos posteriores.
Por eso no es de extrañar que la medicina de entonces
consistía en una serie de Costumbres y Tradiciones
que habían pasado de una generación a otra,
prácticamente a ciegas. Desde luego, en ciertos casos
los médicos medievales eran bastante competentes:
sabían reducir el dolor en las fracturas, curar
heridas, extraer dientes, preparar medicamentos a
base de hierbas y emplear diversos procedimientos
quirúrgicos. Pero cuando se enfrentaban a un
mal como la peste, acudían a un vetusto repertorio
de tratamientos tan inútiles, como espeluznantes y
dolorosos.
Como por ejemplo, los bubones de los apestados
se abrían con lanceta o se cauterizaban con hierros
candentes, sin embargo el más socorrido era la
sangría, que se usaba lo mismo para un dolor de
cabeza igual que para un cáncer; se afirmaba que
el hacer sangrar “selectivamente” a la persona servía
para drenar el exceso de humores malignos y
así poder restaurar un equilibrio saludable, aunque
en verdad sólo mermaba la posibilidad de que el
enfermo se recuperase, por supuesto que éste era
un método poco o nada eficaz. Sin embargo, a raíz
de esta tragedia, al menos hubo algo acertado, que
fue un plan de acción de salud pública surgiendo
en los años de la peste; antes de permitirles entrar
en una ciudad, se aislaba a los posibles enfermos
durante un determinado periodo, que acabó siendo
de 40 días y que a la postre conoceríamos como “la
cuarentena”.
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