Washington, 9 jul (EFE News).- La Casa Blanca dejó claro este viernes que no tiene prisa por abrir sus fronteras a viajeros procedentes de Europa o China pese a las crecientes tasas de vacunación de esas zonas, una decisión que frustra a muchos sectores económicos, como el turístico y la aviación.
Mientras EE.UU. permite la entrada a viajeros del resto del continente americano -a excepción de Brasil-, los turistas europeos o chinos siguen sin poder ingresar al país.
Y a pesar de las presiones de múltiples sectores económicos o del hecho de que zonas como la Unión Europea ya han abierto sus países a los estadounidenses, EE.UU. se resiste a la reciprocidad.
En una rueda de prensa, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, reconoció este viernes la “frustración” a nivel doméstico e internacional, pero insistió en que la prioridad del Gobierno de Joe Biden es proteger la salud de los estadounidenses frente al virus y sus mutaciones.
“Desde luego que queremos que las familias se reúnan, unir de nuevo a la gente y que la gente pueda viajar, pero no tengo nada que adelantar en términos de plazos”, dijo Psaki.
UN PROCESO DE DELIBERACIÓN OPACO
La Casa Blanca lleva deliberando semanas sobre esas restricciones, pero el proceso ha sido muy opaco.
En junio, anunció la creación de grupos de trabajo con Canadá, México, la Unión Europea (UE) y Reino Unido para acordar unos criterios que permitan reabrir las fronteras, pero de momento no hay decisiones ni han trascendido los criterios que se están estudiando para los viajeros que quieran entrar en EE.UU.
Según Psaki, los expertos sanitarios son una pieza instrumental de los “grupos de trabajo” y Biden tomará una decisión en términos de salud pública.
Actualmente, las restricciones afectan a los 26 Estados europeos del espacio Schengen, además de Reino Unido, Irlanda, Brasil, China, Irán, Sudáfrica e India.
Con el inicio de la pandemia, a principios de 2020, el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, vetó de manera indefinida la entrada al país de algunos de los viajeros procedentes esas zonas, pero dos días antes de irse de la Casa Blanca levantó las restricciones.
Biden las volvió a imponer nada más llegar al poder y las ha ampliado a Sudáfrica e India, que no estaban en la lista de Trump.
Para los viajeros procedentes de todos estos países sólo hay una forma de entrar y es consiguiendo una “excepción de interés nacional” (NIE, por sus siglas en inglés), un permiso especial de entrada que sólo se concede por razones específicas de carácter humanitario, económico, de salud o seguridad nacional.
La única flexibilización que ha habido ha sido la extensión de la validez de los NIE a un año desde su emisión.
Las restricciones desde estos países no afectan a ciudadanos estadounidenses, inmigrantes con permiso de residencia permanente y extranjeros casados o con familia directa que sea estadounidense o que tenga el permiso de residencia permanente.
MÁS PRESIÓN PARA BIDEN
En las últimas semanas, ante la falta de avances, el Gobierno de Biden ha sufrido mayor presión por parte de sectores como el turístico y de aviación y también de miembros del Congreso, que aseguran que las economías de sus estados se han visto negativamente impactadas.
En concreto, hace dos días, un grupo de 75 legisladores demócratas y republicanos enviaron una carta al presidente para pedirle que levante el veto, especialmente para los viajeros procedentes de Canadá y Reino Unido.
Esta semana, un grupo liderado por la Asociación de Viajes de EE.UU. y que agrupa a hoteles, casinos y aerolíneas pidió a la Casa Blanca que acabe con sus restricciones de viaje antes del 15 de julio debido al impacto que están teniendo en la economía.
Según sus datos, las restricciones cuestan cada semana a la economía estadounidense 1.500 millones de dólares de ingresos procedentes solo de Canadá, Reino Unido y la UE, que serían suficientes para dar empleo a 10.000 individuos.
La Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA), que reúne a 290 aerolíneas globales y concentra más del 80 % del tráfico aéreo mundial, también ha pedido en varias ocasiones a Biden que abra las fronteras para los países que no suponen un riesgo.
CONTRADICCIONES Y CRITERIOS “IRRACIONALES”
En declaraciones a Efe, el vicepresidente de IATA y responsable de las Relaciones entre Miembros y Exteriores en Norte América, Doug Lavin, consideró “frustrante” y “algo irracional” las restricciones en vigor porque no obedecen a ninguna lógica sobre el contagio del virus o los niveles de vacunación.
Por ejemplo, EE.UU. permite la entrada a viajeros de algunos países latinoamericanos como Jamaica, Guatemala y Paraguay donde la inmunización no llega al 3%, pero impide entrar a turistas de Reino Unido pese a que el 51% de la población está vacunada o de España, con casi un 44 % de inmunidad.
La Unión Europea incluyó en junio a EE.UU. entre los países a los que permite viajes o esenciales. Eso permite, por ejemplo, que un estadounidense vacunado o con test negativo viaje a España. Pero no al revés.
Una decisión que sigue levantando ampollas, por eso desde la UE se insiste en pedir “reciprocidad”, como hizo el pasado 26 de junio el vicepresidente del Ejecutivo comunitario, Margaritis Schinas: “Ahora la pelota está en su tejado”.
Otro de los aspectos contradictorios es un resquicio que permite a los viajeros procedentes de China o Europa entrar a EE.UU. si han pasado los últimos 14 días en un país que no está en la lista de naciones con restricciones de viajes.
Pese a todo, preguntado por Efe, un portavoz del Departamento de Estado repitió este viernes la línea oficial: “No tenemos cambios que anunciar en este momento”.
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