Lo que todos suponíamos, ahora es oficial: el 2017, el primer año de la presidencia de Donald Trump, puede ser declarado oficialmente como El Año del Odio. Aunque estudios parciales y datos aislados apuntaban en la dirección de un incremento dramático en los actos de odio y de grupos supremacistas desde el inicio de la presidencia de Trump, ahora es la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) que reporta oficialmente una cifra récord de incidentes de odio en 2017. Fueron 7,175 incidentes los reportados el año pasado por las agencias policiales –el número real es seguramente mayor–, un incremento mayor que cualquier año desde los ataques del 9/11.
El reporte, divulgado después de la masacre en la sinagoga de Pittsburgh, refleja una duplicación de los incidentes de odio antiárabes, así como un igualmente deplorable aumento de dos dígitos en incidentes antisemitas.
Lamentablemente el informe del FBI sólo confirma cifras similares del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo, que documentó más de 1,000 crímenes de odio cometidos en 9 de las más grandes ciudades del país en 2017, un aumento de 18% en relación con 2016.
El Southern Poverty Law Center, que elabora la principal radiografía del extremismo en Estados Unidos, ha hecho notar también que el entusiasmo generado por la campaña presidencial de Trump entre grupos supremacistas había resultado en el nacimiento de nuevos grupos, como el Patriot Front y the Fraternal Order of Alt Knights, entre otros. Sabemos que no es posible responsabilizar a Trump directamente del aumento de crímenes de odio (que crecieron en este año), es legítimo preguntarse si el presidente ha hecho lo suficiente para denunciar esos incidentes como actos inaceptables en una sociedad democrática y tolerante.
La respuesta la dieron los votantes que mostraron su espíritu cívico en las elecciones del 6 de Nov. Siete de cada 10 votantes latinos, ocho de cada diez votantes negros y casi 5 de cada 10 votantes blancos coincidieron: la “retórica tóxica” de Trump y los republicanos busca dividir a la nación. Pero nunca es tarde para rectificar. A propósito del informe del FBI, Trump tiene una oportunidad inmejorable para condenar todas las formas de odio. Así sea odio racial, étnico, religioso y de género. Pero si guarda silencio seguirá alimentando la percepción pública de que su interés político de dividir para vencer está enraizado en el racismo y la xenofobia.
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