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El Cerdito Vendedor

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El señor Cerdito se dedica a vender alfombras y tiene justa fama por su habilidad para convencer a sus clientes de la necesidad de

El Cerdito Vendedor

El señor Cerdito se dedica a vender
alfombras y tiene justa fama por su habilidad
para convencer a sus clientes de la
necesidad de comprarle sus productos. Va
de puerta en puerta, y la verdad es que su
simpatía y amabilidad son siempre bienvenidas.

Es raro que alguien le mande a paseo
o que le dé con la puerta en las narices,
cosa muy corriente en su profesión.
Un buen día llama a la puerta del distinguido
señor don Pato. Está seguro de poder
vender a este nuevo cliente su mejor alfombra;
por eso cuando don Pato abre con
recelo la puerta de su casa, se encuentra
envuelto en las redes de don Cerdito.

–Buenos días, simpático señor. Vengo a
ofrecerle una alfombra de exquisita calidad;
procede nada menos que de Samarcanda
-ciudad de las “mil y una noches”-.

¡Vea, señor, vea! Es digna de que la luzca
alguien como usted, ¿verdad?- habla y habla
el señor Cerdito-

Pero verá… yo no… -responde, vacilante
aquel.
–Ya veo que le gusta, caballero. ¡Es suya
por muy poco dinero!- insiste el señor Cerdito-.
Don Pato quisiera decirle muchas cosas
a tan audaz vendedor, pero éste no le deja.
En un abrir y cerrar de ojos, don Pato se
encuentra con que ha comprado una costosa
alfombra que ni siquiera deseaba y menos
necesitaba.

Moraleja:

¡Procura no dejarte embaucar,
de quien mucho suele hablar!

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