Cierta vez, Don Matías, gastrónomo de profesión y exigente por convicción, dijo a su cocinera: – Pido que me prepare hoy para comer, lo mejor que pueda encontrar en el mercado.
Cierta vez, Don Matías, gastrónomo de profesión y exigente por convicción, dijo a su cocinera: – Pido que me prepare hoy para comer, lo mejor que pueda encontrar en el mercado.
Y por supuesto que la cocinera, quiso agradar a su amo, así que le cocinó un apetitoso y suculento guiso de lengua. Al otro día, insistiendo el patrón en su refinamientos y excentricidades, pidió a su fiel sirvienta:
– Hoy deseo que me prepare el bocado más común y ordinario que halle en el mercado.
Y la cocinera volvió a prepararle el mismo guiso de lengua.– ¿Pero qué broma es esta? -interrogó sorprendido don Matías. Entonces la empleada arguyó:– La lengua, don Matías, es a la vez lo mejor y lo peor que hay en este mundo. Si es usada para cosas buenas, no existe cosa mejor; pero si por el contrario, se usa para algo malo, no hay cosa peor.
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