Quiuuuuboo, razaaa!, ¿cómo la han pasado, bien? Po’s ojalá que sí! ¿Y queeé, me extrañaron?
— Yo espero que por lo menos dos de mis cuatro lectores se hayan dado cuenta que este dizque artículo no se publicó la semana pasada… Aunque lo siento por mis fieles críticos que se alegraron porque pensaron que ya me habían corrido, pero niguas! Ni me corrieron -porque no soy caballo, aunque a veces lo parezca- ni quitie, ni estaba muerto ni andaba de parranda… güeno, no mucha!
Le cuenta don Cornilio a un amigo: “Llegué a mi casa y sorprendí a mi mujer en brazos de un desconocido”. “¡Qué barbaridad! -se consterna el amigo-. Y ¿tomaste alguna medida?”. “No -responde don Cornilio-. En esas circunstancias quién se acuerda de llevar cinta de medir”…
Y no están ustedes pa’ saberlo ni yo pa’ contárselos, pero fijensenn que primero me tomé unas vacacioncitas para descansar y, de paso po’s que ustedes descansaran de mi. Y luego me jui a una convención a Las Vegas… hiiijole!, que coraje!!!
Pero ni modo, haciendo de tripas corazón, me fuí a la ciudad del vicio y el pecado. Y como a la tierra que fueres haz lo que vieres, po’s ni modo, me tuve que echar a la perdición unos días, hasta que llegó el weekend en que tenía que regresarme.
De allá pa’acá venía calmado, pero en eso que me rebasa una van azul y que me pico; le piso al gas y lo rebaso, me vuelve a rebasar, otra vez yo, y así nos la llevamos hasta que pasando las montañas, se prende una lucesita roja y de volada que busco donde parquiarme y luego, luego que me hago a un lado del freeway pa’ chequear el radiador y las brekas… Pero sólo le falta un poco de antifreze.
— Y sin más incidentes llegué a mi house… y aunque encontré un poquito mojada la carpeta, porque esos días había llovido mucho, no pude menos que felicitarme y exclamar: I’m lucky man! •
No!, no crean que estoy loco o que se me botó la cánica, lo que pasa es que les estoy narrando más o menos los términos en que se desarrollaba una hipotética plática entre dos personas (en este caso, ustedes y yo) que llevan tanto tiempo viviendo en este país, que sin querer y sin pensarlo, muchas veces mezclamos palabras en inglés y en español, o peor aún, usamos “spanglish”, es decir, palabras que ni están bien pronunciadas en inglés, ni están bien dichas en español, pero que curiosamente muchisísima gente las usa, y después de un tiempo de estar aquí, todos las entendemos.
Pero antes de que se me olvide, permítanme que les aclare que si bien la narración del regreso de mi viaje es ficticia, en realidad si fui a una convención y uno de los seminarios que ahí se trataron, es como los medios de comunicación, debemos afrontar el fenómeno del spanglish.
Los amantes y eruditos -dizque- de la lengua española, luchan por conservarla pura y original y consideran que el spanglish es un peligro para nuestra cultura, por eso lo censuran… Y yo creo que estos señores tienen “algo” de razón y esa forma de hablar sea una degradación para nuestro idioma, sin embargo también yo creo, que los idiomas son acción, son una cosa viva y con movimiento, que mutan y se transforman y que aunque en ocasiones nos reviente escuchar palabras como: brekas, tires, fulear, aseguranza, marketa, parqueadero, troca, puchar o sainear (así se escribirán todas estas palabrejas?… bueno como en español no existen, pues como las escriba uno, pasan) tenemos que, si no usarlas, si al menos entenderlas.
Y que conste, qué yo no apoyo este tipo de lenguaje, pero a pesar de lo que digan los académicos de la lengua, pienso que no podemos aislarnos en un “castillo de pureza de la lengua” y olvidarnos de la necesidades de nuestra sociedad, de la tecnología, o lo que sea, y eso nos obliga muchas veces a aceptar términos y palabras que hace años eran impensables.
Si usted tiene cuarenta, cincuenta o más años, seguramente jamás se imaginó que existirían y, a diario se usaran verbos tales como: “faxear, escanear o textear” ¿o acaso alguna vez en su niñez o juventud escuchó que alguien le texteara algún párrafo a alguna persona?. O en alguna oficina cierta empleada le reclamó a otra porque “no le faxeo” tal o cual documento? ¿verdad que eso jamás lo escuchó? y ni en sueños nos imaginaríamos que el jefe nos pidiera -casi en secreto- que le escanearamos la foto de aquellita…
No creo equivocarme en decir que el español que aquí se usa, es una rara mezcla no sólo de los anglicismos típicos de las nuevas generaciones de hispanos nacidos aquí, (y no me refiero a los cholos, que aah!, como …iiingan), sino también de regionalismos y expresiones que muchos hemos traído de nuestros respectivos países de origen y eso, aunado al horrible español que hablan estas generaciones, se está creando este raro lenguaje, que nos guste o no, que lo aceptemos o no, pero que a la larga, pienso que en el sur de Estados Unidos mayormente se hablará “spanglish”…. y eso será un hecho, aunque los viejos y los puristas del idioma, hagamos chile con la cola!…
Ahhh!, y si quieren ayudar a los damnificados… de mi casa, mándenme cash (sólo cash) al:
Y no se les olvide que esto lo leyeron en El Aviso y no sean culeis, cómprenles a nuestros anunciantes, pa’nosotros seguir teniendo chamba y ustedes sigan teniendo su Aviso Gratis!!!
Siguenos en Redes Sociales
El Aviso Magazine El Aviso Magazine El Aviso Magazine