Don Oso era la pesadilla de todos los habitantes del bosque. Malvado y presuntuoso, iba de aca para alla haciendo alarde de su fuerza y riendose de los pobres animalitos que intentaban huir de el.
Don Oso era la pesadilla de todos los habitantes
del bosque. Malvado y presuntuoso,
iba de acá para allá haciendo alarde
de su fuerza y riéndose de los pobres animalitos
que intentaban huir de él. Se había
empeñado en hacerles la vida imposible.
Durante primavera y verano, la vida de
los animalitos del bosque era insufrible,
sin embargo, al llegar el invierno podían
disfrutar de una vida tranquila pues don
Oso se iba a un lugar bien resguardado
para dormir allí durante toda la estación.
Tal era el pánico que nuestro peludo amigo
había sembrado en aquel lugar que
el Gran Consejo de Ancianos del bosque
convocó una reunión para darle de una
vez por todas, solución al asunto, fuese
como fuese. Don Zorro pidió la palabra, y
se levantó en medio de la asamblea.
– Se me ocurre una gran idea para deshacernos
de este problema -dijo, lacónico. El
consejo le dio la oportunidad de poner en
práctica su genial invento el cual consistía
en un cuadro en el que se representaba un
lindo paisaje nevado que evocaba el más
crudo de los inviernos. Dicho pergamino
fue colocado justo a la entrada de la cueva
donde descansaba don Oso.
– Y tal como estaba previsto, al despertar
don Oso y ver que aún seguía nevando,
gracias al cuadro, claro está, se volvía a
dormir, pensando: “Bueno, aún no ha terminado
el invierno”. Y así pasaron años y
años. Sin percatarse del tiempo don Oso
pasó a mejor vida y los animales del bosque
pudieron por primera vez disfrutar de
una primavera y verano felices y libres de
todo peligro.
Moraleja:
Muy mal suele terminar,
aquel que mal sabe actuar!
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