Diariamente, antes de que ratoncito saliera rumbo a la escuela, su padre le decia; -Hijo, recuerda que el mundo esta lleno de peligros.
Diariamente, antes de que ratoncito saliera
rumbo a la escuela, su padre le decía:
– Hijo, recuerda que el mundo está lleno de
peligros. Debes estar siempre muy atento a
ellos para evitar desgracias, especialmente
te pido ¡que tengas mucho cuidado con el
gato!. Mira dónde pones el pie y no corras
a tontas y a locas. Sobre todo, procura no
tocar nada sin examinarlo antes con atención.
Y ten siempre presente que solo el
prudente sobrevive.
Sabios eran los consejos que Don ratón le
daba a su pequeño hijo; sin embargo, Rantoncito,
siempre alegre y feliz, recorría los
rincones de la casa en que vivía, sin acordarse
de las recomendaciones de su padre.
Cierto día, nuestro pequeño amiguito encontró
un suculento trozo de queso encima
de un aparato que el jamás en su vida había
visto en un rincón de la casa.
– No me parece que haya nada raro aquí,
salvo el extraño objeto en que se encuentra
ese rico quesito -habló el ratoncillo consigo
mismo- Y que tal si se trata de una
trampa… ¡Nada, nada, el queso es mío!
¡Hummm! ¡Debe estar exquisito!
Ratoncito, despreocupado, se acercó al
queso para encajarle el diente, pero apenas
lo había tocado, cuando… ¡zas!, un alambre
metálico se disparó con gran fuerza y
se clavó en su cuello. Así, terminaron las
aventuras del incauto roedor.
Moraleja:
Consejos sabios debes escuchar,
si de peligros te quieres salvar
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