Y si es su decisión, debe estar dispuesta a defender su posición a pesar de las presiones de su pareja, la familia y hasta de la sociedad
“Mi esposo quiere tener hijos, pero yo no me siento preparada para ser madre, inclusive se ha tocado el tema de la separación por esta situación”, Me comentó recientemente Lorena, una paciente de consejería matrimonial.
Aunque te cueste creerlo y aunque goce de la valoración social positiva y cumpla un rol social, pero ser madre no es un deseo universal ni compartido por todas las mujeres y es que la reproducción no tiene por qué ser una obligación, sino una elección.
El ser mamá no es el resultado automático de su capacidad reproductora, sino implica la aceptación de ciertas normas y leyes de esa cultura en particular. Debemos por lo tanto diferenciar entre ‘el deseo de tener un hijo’, a aquello que se denomina ‘instinto maternal’.
En ese sentido, el deseo de un hijo, en la mujer, viene desde edad muy temprana, en sus fantasías y en sus juegos representa ‘el ser mamá’: La niña se identifica con los emblemas culturales respectivos a su propio sexo. En un momento de su vida el deseo empieza a pulsar, entonces esa mujer que desde chica tiene ese deseo internalizado, siente la necesidad de cristalizarlo. Un niño al nacer, anuda la relación entre sus padres y se encadena al suceder de las generaciones como portador de los ideales de su linaje.
En la antigüedad la falta de descendencia, estaba asociada a un ‘castigo divino’, un hijo era la garantía de la continuidad de un pueblo. Y es que las acciones, pensamientos y creencias se basaban en los preceptos religiosos por eso la descendencia era bendecida y el hecho de no tener hijos era considerado algo negativo.
En la actualidad, la decisión de tener o no tener hijos está ligada a los planes y proyectos como pareja a futuro, o en el caso de la mujer ‘sola’ también esta ligada a la visión de realizarse a futuro como mujer.
Algo que todo matrimonio recién integrado debe saber, es que la paternidad, aparte de responsabilidad, implica una pérdida de libertad y autonomía, y de alguna forma también una resignación a cambiar su rol en la vida, sobre todo en el caso de la mujer.
Por eso es que el ‘serás madre como tu madre’ no seduce a algunas mujeres jóvenes, sin embargo, les llega el temor de ‘la soledad’ en la vejez’ si no tienen hijos, ¿qué será de ella?
Pero hay que tener en cuenta que un hijo no es garantía de tranquilidad con respecto a ese temor, en muchas ocasiones cuando los hijos crecen, aparecen las frustraciones por las renuncias que tuvo que hacer en otros aspectos de su vida, muchas madres creen que tienen que estar siempre presentes en la vida de sus hijos y les resulta muy difícil delegar en otras personas el cuidado de ellos.
Ser mujer no se agota en el ser madre y menos en los tiempos en que vivimos donde se incentiva la independencia y el éxito personal, a pesar de que en general socialmente ser madre es tomado como forma de realización personal dándole a la mujer una identidad.
Cuando una joven tiene pareja, pero no está convencida o simplemente no quiere ser mamá, debe estar dispuesta a afrontar las presiones tanto de su pareja, como de la familia y hasta sociales y soportar la fastidiosa pregunta: ‘‘¿y para cuándo vas a tener hijos?
Por eso recalcamos lo que todo consejero matrimonial dice, que la pareja de formalizar una relación, deben aclarar cuáles son sus deseos respecto a formar una familia, con hijos incluidos.
Después de analizar todo lo anterior, sólo puedo concluir, que ser madre, no tiene por qué ser una obligación de toda mujer, ni siquiera por ‘evitar discusiones’ o darle gusto a su pareja, sino que debe ser una elección que la mujer debe tener!
Por: Martha Lizola
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