Cohabitamos en un mundo tan interactivo que nadie puede vivir sin seguir y obedecer leyes, reglas o normas, tanto legales, como sociales y familiares, por eso nuestros hijos no deben ni pueden ser la excepción
Mientras que las normas o reglas sean factores que determinan el comportamiento humano, las relaciones sociales y de convivencia serán los límites que marcan hasta dónde deben llegar nuestros comportamientos para que no interfieran en los de los demás.
Así, cada edad o periodo de la vida, en este caso la de nuestros hijos, requerirá de normas o límites. Aunque muchos padres “quieren tanto a sus hijos”, o a veces por no escucharlos llorar, gritar e incluso hacer un berrinche, que permiten que sus hijos hagan lo que quieran, pero eso está muy mal, porque en todos lados, y en casa también, deben existir reglas que se deben obedecer.
Lógicamente no deben ser las mismas para un niño que para un adolescente: no le podemos pedir a un niño de un año que participe en la dinámica de la casa y que se comporte de determinada manera en la mesa, cosa que sí se debe de hacer con un adolescente. Por lo tanto las normas y límites se irán estableciendo a medida que nuestro hijo avanza en su proceso de desarrollo, así como la exigencia del cumplimiento de las mismas.
Debemos de establecer las normas que deben regir en la vida de familia y la de nuestros hijos. La elección estará basada en las normas que nos transmitieron nuestros padres y habremos ido elaborando a lo largo de la vida, así como las de la sociedad en la que vivimos.
A lo largo de nuestra experiencia como padres, seguro que nos hemos encontrado en más de una ocasión con la dificultad de hacer que los chicos cumplan con las normas que les enseñamos.
Algo podemos hacer para lograr que nos obedezcan, para ello tendremos en cuenta las siguientes consideraciones.
DEBEREMOS SER COMPRENSIBLES: Las normas y límites deben de ser establecidos de forma clara y comprensible: Debemos de pensar en qué decir y dar instrucciones específicas y claras. Los niños y los adolescentes necesitan oír y saber exactamente qué comportamiento se desea de ellos.
DEJAREMOS QUE NUESTROS HIJOS SE EXPRESEN: Los niños, y sobre todo los adolescentes, valoran que se les tenga en cuenta a la hora de establecer limitaciones. Cuando los hijos colaboran, es más probable que obedezcan. Sin embargo, escucharlos no significa que tengamos que estar de acuerdo con ellos y cambiemos las normas. Así pues algunas normas y límites podemos establecerlos con ellos, mientras que otros tenderemos que establecerlos nosotros, desde nuestra responsabilidad como padres.
EXPLICAREMOS POR QUÉ: Los niños y jóvenes tienden a obedecer más a las normas y los límites cuando comprenden las razones: “no puedes salir este fin de semana porque no”, son normas sin explicación, mientras que , “no puedes trasnochar este fin de semana porque el lunes tienes un examen”, incluye un explicación. Saber que detrás de cada norma y límite hay una explicación lógica ayudará a que nuestros hijos nos obedezcan.
ESTABLECERLAS ANTES DE APLICARLAS: Intentaremos no implantar normas imprevistas. Haremos lo posible porque nuestros hijos conozcan la norma antes de infringirlas. ¿Cómo se supone que nuestro hijo va a saber que no puede ir en bicicleta por la ciudad, ni trasnochar vísperas de un examen, si no se lo hemos dicho antes? Nuestros hijos deben de saber con antelación las normas y los límites.
Es importante para la educación de nuestros hijos que aprendamos a ponerle límites, como enseñarles las normas de la casa, y motivarlos para que el día de mañana sean exitosos y felices.
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