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ESPÍRITU DEL REAGANOMISMO AL FILO DE LA NAVAJA

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Los republicanos en el congreso tienen una crisis de identidad.  La esencia republicana-conservadora, que se configuró con la ascensión de Ronald Reagan en 1981, hoy se encuentra secuestrada y está al borde de ser ejecutada.

El nombramiento de la congresista Marjorie Taylor Greene al comité de Educación y al de Trabajo en la Cámara Baja dice claramente que el House Freedom Caucus, brazo derecho del trumpismo en el Congreso, pretende acertarle el primer “golpe” al republicanismo reaganomista.

A pocas horas después de haber abandonado la Casa Blanca, Donald Trump comentó que le gustaría iniciar un nuevo partido político, mismo que no solo se hubiera contrapuesto al Partido Republicano, sino que lo hubiera desbaratado por completo.

Lo anterior no es una idea cuerda con la realidad política de las instituciones democráticas norteamericanas. Crear un tercer partido político es un despropósito; es una lucha sin sentido; es, en palabras de nuestros vecinos mexicanos, “una pendejada”.

El hecho de que en las elecciones presidenciales un partido político se adjudica todos los electores de un estado –aun después de ganar con un solo voto— es uno de los muchos factores que menguan las energías de un nuevo partido político.

En consecuencia, los más allegados a Trump le hicieron reflexionar de esta situación y le recomendaron que lo mejor es apoderarse del Partido Republicano. Así, el debilitamiento de los miembros que representan a la “vieja guardia” reaganomista, encarnado en la representante de Wyoming Elizabeth Lynne Cheney, es uno de los objetivos a corto  plazo.

Sin embargo, el aniquilamiento político de la esencia reaganomista es la meta principal.  Para ello, el House Freedom Caucus incidió enormemente en la decisión de que Kevin McCarthy nombrara a la radical representante Taylor Greene a dos importantísimos comités de la Cámara Baja. Otras de las metas a corto plazo es precisamente deshacerse de Cheney de la dirigencia del Partido Republicano en el Congreso.

Ahora bien, la médula espinal del reaganomismo conservador se encuentra en el Senado, el cual está liderado por Mitch MacConnell. Por consiguiente, la Batalla decisiva entre trumpistas y reaganomistas se librará precisamente en el juicio político que se emprende en contra de Trump en el Senado.

Si los reaganomistas hallan culpable a Trump en el juicio político en el Senado, entonces el trumpismo sellaría su historia dentro del Partido Republicano.  Empero, si lo condonan del cargo de insurrección, entonces estarán exponiendo la cabeza de la esencia reaganomista al filo del cuchillo de Trump.

Humberto Caspa, Ph.D. es investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com

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