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“Estamos respirando puro humo”: estos trabajadores agrícolas de Oregon cosechan en zonas de riesgo por los incendios y piden más protección

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“Andamos con los ojos colorados y nos arden la nariz y la garganta, pero hay que trabajar. Un día sin trabajar es un día sin salario”, dijo la mexicana Nancy Zaragoza, quien trabaja en la pizca de uvas en Grants Pass, Oregon.

WASHINGTON.— Ajenos a las órdenes de evacuación por voraces incendios forestales que han consumido millones de acres, la mexicana Nancy Zaragoza y miles de otros trabajadores agrícolas en Oregon cosechan frutas y verduras apenas alumbrados con sus celulares, respirando espesas capas de humo y trabajando, en muchos casos, sin ningún equipo de protección personal.

Imágenes compartidas en las redes sociales muestran siluetas de trabajadores dentro de zonas bajo alerta de evacuación en Oregon, ante un cielo teñido de un rojo rubí que los dejó sumidos en la oscuridad: sólo el brillo azul de sus celulares les permitía tantear el suelo para cosechar pepinos. 

Pincelado de encendido naranja, el cielo sobre los campos de los estados occidentales de Oregon, California y Washington sigue arrastrando una espesa y plomiza capa de humo y ceniza que dificulta la respiración, como gráfica advertencia de su inminente peligro.

[El humo de los incendios en la Costa Oeste atraviesa Estados Unidos]

“Siempre hay temporada de incendios, pero ahora es peor. Con el humo, andamos con los ojos colorados y nos arden la nariz y la garganta, pero hay que trabajar. Un día sin trabajar es un día sin salario… tenemos que entregar esas uvas”, dijo Zaragoza, quien dio nombre ficticio porque es trabajadora indocumentada.

“Es una situación bien difícil porque estamos respirando puro humo; nos dan mascarillas pero con el calor cuesta trabajar con ellas, y la verdad que no sirven para el humo”, explicó Zaragoza, quien trabaja en un rancho de Grants Pass junto a una veintena de trabajadores, recogiendo 12 toneladas de uva a diario. 

Por lo general, las depositan en “botes de 20 litros cada uno”, para posteriormente trasladarlas a furgonetas, en una acción que se repite ocho horas al día. 

Zaragoza dijo que, en ocasiones, se ha alumbrado con su celular para cosechar las uvas debido a la oscuridad que traen los incendios. Hace dos años, perdieron un cargamento de uvas porque la tienda no las quiso comprar contaminadas, recordó.

De 48 años, Zaragoza trabaja en la pizca de uvas en Oregon desde hace ocho años, y con lo que gana mantiene a sus cuatro hijos en México, paga su alquiler, facturas y seguro médico, porque el patrón no le ofrece.

Los incendios han dejado sin hogar a centenares de personas y han provocado evacuaciones y cierre de calles. Hace unos días, se escaparon “de milagro” de un incendio que se propagó a escasos diez metros de donde se encontraban los trabajadores, aseguró Zaragoza.

Con necesidades y sin opciones

No son escenas de un filme de ciencia ficción ni los trabajadores se sienten “héroes” sino que, según activistas y líderes sindicalistas, dependen de sus patronos para el sustento de sus familias.

Se calcula que, cada año, hay hasta 180,000 trabajadores migrantes en Oregon, un estado agropecuario en el noreste de Estados Unidos que depende de la mano de obra de México y otros países de América Latina para la siembra y cosecha de más de 200 productos, incluyendo frutas, pepinos, zanahorias, papas, y cebollas.

Los hispanos figuran entre los más afectados por la pandemia del COVID-19, y tan solo en el Valle Rogue, en Medford, al sur del estado, los latinos conforman el 48% de los casos confirmados.

[Siga nuestra cobertura del COVID-19]

Las autoridades de salud en Oregon adoptaron medidas temporales en junio pasado para prevenir la propagación del virus, especialmente porque muchos campesinos comparten hacinadas viviendas de una sola habitación.

Ahora, los incendios forestales añaden otra capa de peligro para estos trabajadores, explicó Reyna López, directora ejecutiva del sindicato de Pineros y Campesinos Unidos del Noroeste (PCUN), en Woodburn.

“Estamos en un estado de emergencia, con evacuaciones en muchos condados, pero es importante que la gente sepa que los trabajadores allí siguen, respirando aire tóxico. No tienen flexibilidad para ausentarse, y si trabajan no tienen la protección que necesitan“, dijo López, quien denunció la situación en una carta enviada a la gobernadora, Kate Brown, y demás autoridades estatales.

“Tal vez sean héroes para algunos, pero no están yendo a trabajar en esas condiciones porque les guste sino porque tienen que pagar sus billes (cobros) y mantener a sus familias. Muchos tienen miedo a perder sus trabajos, a sufrir otras represalias, o ser deportados”, enfatizó.

Piden más protecciones

La Oficina de Salud y Seguridad Ocupacional (OSHA, por su sigla en inglés) en Oregon debe elaborar guías claras sobre cómo proteger a los trabajadores del humo de los incendios, y los patronos deben ofrecerles respiradores y demás equipos de protección personal, precisó López.

Según denuncias recibidas por PCUN, en el área de Mt. Angel, por ejemplo, prosigue la cosecha aún si los trabajadores se quejan de problemas de salud, y éstos tampoco reciben suficiente información en español u otros lenguajes indígenas comunes entre ellos.

En algunos casos, los trabajadores acarrean equipos de protección personal costeados de su propio bolsillo, según PCUN.

Brown firmó una orden ejecutiva sobre cambio climático que dio plazo del 30 de junio de 2021 para que las autoridades sanitarias propongan medidas de protección contra los efectos de los incendios forestales. López insistió en que las regulaciones permanentes se requieren ahora. 

Según Kathy Keesee, coordinadora de programas del grupo Unete, los incendios han acentuado la disyuntiva o dilema de los trabajadores agrícolas y, al escoger entre la salud y el bolsillo, con demasiada frecuencia “la prioridad es mantener sus trabajos”.

“En un centro de evacuación, vi que muchos llevaban mascarillas que no son apropiadas para este humo, y estoy segura que la calidad del aire hoy sigue mala. Estos hombres y mujeres trabajan en esta situación desde el 10 de septiembre”, señaló.

Para los patronos, la salud de los trabajadores es fundamental para la cosecha, de la que dependen sus salarios, las ganancias de la industria, y el suministro de alimentos del país.

Pero los trabajadores pasan horas en el campo sin mascarillas adecuadas y, al caer la noche en sus campamentos, abren las ventanas de viviendas desprovistas de aire acondicionado “para seguir respirando ese aire contaminado”, subrayó Keesee.

Las mascarillas no bastan

El viernes pasado, OSHA de Oregon urgió que, de ser posible, los empleadores cesen o demoren las labores al aire libre y tomen medidas de protección para los trabajadores, incluyendo el uso de mascarillas N95, si la calidad del aire alcanza niveles peligrosos. Por ahora, la agencia estatal permite el trabajo al aire libre en zonas con órdenes de evacuación en los niveles 1 y 2. 

Las mascarillas, ahora rutinarias debido a la pandemia del COVID-19, no son suficiente ante la tóxica combinación de aire impuro y el aumento de las temperaturas, ha dicho Dean Sidelinger, epidemiólogo de la Autoridad de Salud de Oregon (OHA, por su sigla en inglés).

Un alto nivel de contaminación eleva el riesgo de infecciones respiratorias, y puede agravar el asma, problemas cardíacos, bronquitis y otras condiciones de salud, agregó.

Bruce Goldstein, presidente del grupo Farmworker Justice, condenó que, ante la extrema situación que enfrentan los trabajadores, “ni sus empleadores ni las agencias estatales y federales parecen estar haciendo lo suficiente para protegerlos”.

“Cerca de los incendios, desde luego, la única protección sería que no estén en el campo donde la calidad del aire ahora mismo es muy pobre”, afirmó Goldstein.

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