“Lo único que se desbarata es el cuerpo. Pero yo no soy el cuerpo. El cuerpo es el vehículo que me lleva de la cuna a la tumba. Yo soy mi espíritu, mi alma y las ideas que arman mis neuronas”.
“No perdiste a nadie: El que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón.
Estos son algunos de los muchos pensamientos e ideas que solía repetir Facundo Cabral en sus presentaciones. El hombre a quien en 1996, la UNESCO dio el título de “Mensajero Mundial de la Paz” y que irónicamente murió víctima de la violencia, un día después de su última presentación en vivo en Guatemala, fue acribillado por sicarios en una increíble y todavía inexplicable emboscada.
Facundo había nacido el 22 de mayo de 1937, en La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina. Murió en Gánemela el 9 de julio de 2011.
Su infancia la pasó en la pobreza, como millones y millones de niños en el mundo. Su padre había abandonado el hogar y su madre tuvo que hacerse al frente de la familia… como millones de madres en el mundo. Una adolescencia de vagancia lo llevó hasta un reformatorio, del que escapó.
“Me acuerdo de que tenia once años cuando decidí irme de mi casa; mi madre me acompañó a la estación de trenes, donde me dijo desde el andén a la ventanilla por donde me despedía de ella: este es el segundo y último regalo que te puedo hacer; el primero fue la vida, el segundo es éste, es decir la libertad para vivirla (tengo la alegría de no haberla defraudado porque, mal o bien, siempre fui libre, libertad por la que pagué caro pero que, de una y de todas maneras, valía la pena)…”
En 1959 aparece como “El Indio Gasparín” cantando en un Hotel de Mar de la Plata en Tierra del Fuego. Pero fue en 1970, por los tiempos de las protestas mundiales de la juventud, se conoce su canción “No soy de aquí ni soy de allá” y se va conociendo por el todo mundo Facundo Cabral, el cantante de protesta, el de las críticas sociales.
Durante la dictadura argentina del 1976 al 1983, estuvo exiliado en México donde no dejó de trabajar un solo momento.
Durante estos últimos años, el cantor tuvo problemas de salud y luchó contra el cáncer y con problemas de los ojos, y al final fue víctima de un cáncer que corroe a la humanidad y de la falta de visión de gobiernos y gobernados.
Descanse en paz un gran luchador de la humanidad, que no sólo dijo frases, sino que las vivió. Por eso hoy nos honramos con ofrecerlo a nuestros lectores en nuestra portada y repetimos para todos ustedes algunas de sus frases y recomendaciones.
Imagina la voz de Facundo, vive el recuerdo y deja que el mensaje te llegue al alma…
“Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser, será y llegará naturalmente”.
“De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones”.
“Gracias a la soledad me conozco… algo fundamental para vivir”.
Recuerda: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios y decide ahora mismo ser feliz, porque la felicidad es una adquisición. Además, la felicidad no es un derecho, sino un deber; porque si no eres feliz, estás amargando a todo el barrio”.
“Si Dios tuviera un refrigerador, tendría tu foto pegada en él. Si El tuviera una cartera, tu foto estaría dentro de ella. El te manda flores cada primavera. El te manda un amanecer cada mañana. Cada vez que tú quieres hablar, El te escucha, El puede vivir en cualquier parte del universo, pero El escogió tu corazón. Enfréntalo, amigo, ¡El está loco por ti!”
Alberto Cortés, su gran amigo escribió una canción que los dos cantaban. Hoy alcanza un significado más profundo todavía… vayan dos estrofas…
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Pero tal vez, lo más acorde en este momento, sea aquel pensamiento que parafraseando a J. L. Borgues solía repetir: “Moriré el día que muera la última persona que me recuerde”… Y Facundo Cabral vivirá mucho tiempo en nuestro recuerdo!
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