Hace aproximadamente unos dos mil años nació, en lo más profundo de la jungla Malaya, Goliat, un tierno elefantito.
Hace aproximadamente unos dos mil años nació, en lo más profundo de la jungla Malaya, Goliat, un tierno elefantito.
Su padre era el elefante más poderoso e inteligente de la región, de modo que se había convertido en el jefe de la manada. Por esa razón, esperaba tener un hijo tan fuerte y corpulento como él.
Pero cual no sería su sorpresa al ver que Goliat… ¡era muy pequeño!
– ¿Qué es esto? -preguntó, avergonzado. Su esposa, en cambio, se sentía muy satisfecha de tener un bebé tan gracioso y encantador.
No sólo su papá lo despreciaba sino toda la manda completa. El, incapaz de deshojar las margaritas, estaba muy contento de ser así, y no le preocupaban las opiniones ajenas.
Un día cualquiera, su padre conducía la manada hacia el río, para que ésta abrevase allí, el más terrible enemigo del elefante surgió ante él: ¡un ratón!
Como era de esperarse toda la manada en pleno huyó aterrorizada. Sólo Goliat permaneció en su sitio, sin inmutarse ante la presencia de aquel diminuto ratón. Este, celoso de su prestigio, arremetió contra él, dispuesto a hacer huir también, pero Goliat le cogió por el rabo, con su pequeña trompa, y le balanceó, durante largo rato, sobre el borde de un profundo barranco. Después, soltó a su enemigo como quien no quiere la cosa. Este, aterrado, huyó a la velocidad del rayo.
Desde entonces, Goliat fue considerado como un héroe por la manada, y su padre estaba orgullosísimo de él.
Moraleja: ¡A nadie debes menospreciar, que sorpresas puedes llevar!
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