En semanas pasadas vi muchas fotos de graduaciones. Caras de alegría, de satisfacción de esperanza. Para muchos es el final de su preparación en las escuelas, para otros, el paso a otro nivel de estudios, siempre pensando en prepararse para una profesión, un trabajo, preparación para la vida, porque los que pensaron que la preparación para la vida la había tenido en los 9 meses que pasó en el vientre de su madre, que llegando al mundo todo era vivir, pronto se dieron cuenta que había que pasar muchos años en la escuela (12,16, 20..o más) preparándose para ‘la vida’… para encontrar un buen trabajo, para competir con miles de compañeros que andarían buscando un ‘trabajo’ y que muchos no lo encontrarían.
Y allá llega el muchacho recién graduado, hasta con diploma en mano, bien contento a su primer trabajo, con todas las ganas y toda su juventud a demostrarle a la compañía que lo aceptó que hizo bien en aceptarlo; Ah, porque no es fácil que lo acepten a un joven, no señor, todos piden experiencia. ¡Sí serán brutos, Cómo pedirle experiencia a un muchacho que anda buscando su primer trabajo!
Pronto descubre muchos muchas cosas que puede mejorar. Viene dispuesto a dar el 100% y a desarrollar todos sus talentos. Pero en cuanto llega, lo ponen en un rincón, le dicen cómo se hacen las cosas, se ríen de sus ideas y hasta lo amenaza su superior, diciéndole que se olvide de ideas y se ponga a trabajar como le dicen y que si no se está sosiego lo van a reemplazar por otro de los muchos que andan ansiosos de trabajar y hacer lo que les digan a cambio de un pago semanal…. Y el que iba a trabajar PARA una compañía al 100%, termina trabajando EN una compañía al 5% de su talento.
….Y así pasa a muchos graduados cuando entran al mundo real. Abren los ojos y se les llena la cabeza de ideas. Se llenan de ilusiones al ver tantas y tantas cosas que pueden mejorar. ¡Vas a cambiar el mundo! Vas a hacer un mundo mejor para ti y para todos, vas a corregir los errores, lo vas a hacer hermoso, vas a terminar con las dolencias y enfermedades, la pobreza, el hambre, las sequías y los aguaceros… Vas a hacer de este mundo un paraíso… vas a terminar con la injusticia, con la hipocresía, con el engaño. ¡Y lo ves tan posible!
Pero luego se topan con la indolencia de la gente “con experiencia”, la gente que ‘sabe’, la gente que gobierna el mundo, y se les van cerrando puertas… se les caen las alas, y el graduado ilusionado acaba por ser un humano más, cabisbundo y meditabajo.
Pobres muchachos. Cuando se desesperan y quieren demostrarnos que saben y que quieren corregir nuestros errores, nosotros movemos la cabeza y decimos: “pobres muchachos, piensan que lo saben todo, les falta experiencia, ya llegarán a mis años”…
¿De qué experiencia hablas, viejo amargado? ¿Hasta cuándo te vas a convencer que vale más el corazón que la experiencia…? Es tiempo de que dejemos de hacerle al tonto y de engañarnos a nosotros mismos, ¿De qué tenemos experiencia los viejos? ¿De qué fregaos nos ha servido la experiencia…?
En lugar de presumir de experimentados y estar orgullosos de nuestras hechuras, deberíamos de estar triste y amargados al ver el mundo que hemos hecho. Porque si este mundo anda mal, es el fruto nada más y nada menos que de todo lo que hemos hecho los hombres experimentados, pero sobre todo, óyelo bien, este mundo es el fruto de todo lo que no hemos hecho, de todo lo que sabíamos que debíamos hacer y no hicimos… ¿Les queremos enseñar a los nuevos graduados que sigan nuestros pasos para que sigan mandando a la… a donde sea… este mundo?
No les matemos la ilusión a los graduados, démosles la oportunidad de crear ese mundo que sueñan… porque los viejos hemos fracasado…. ¡Adelante, graduados, a mejorar este mundo !!!!! Felicidades… Salud y saludos.
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