Los resultados de un estudio mostraron que las personas que hacen demasiado ejercicio pueden ser propensas a sufrir problemas gastrointestinales. Los autores hallaron que, con el aumento de la intensidad y la duración del ejercicio, hubo un incremento proporcional del riesgo de daño intestinal y deterioro de la función intestinal.
Dos o más horas de ejercicio al 60% de la capacidad máxima de una persona es el límite a partir del cual se empiezan a observar problemas gastrointestinales, que pueden exacerbarse cuando el deporte se hace a temperaturas altas.
Estos daños ocurren “independientemente de cuán en forma está el individuo”, según las conclusiones del estudio liderado por Ricardo Costa, de la Universidad de Monash, en Australia.
Los síntomas gastrointestinales más frecuentes son: acidez de estómago, hinchazón, eructos, calambres y dolor abdominal, flatulencia, náusea, diarrea, vómito y necesidad de defecar.
El fenómeno se llama Síndrome gastrointestinal inducido por el ejercicio y se presenta con un cuadro amplio de problemas que afectan al funcionamiento del sistema gastrointestinal relacionados con el impacto del ejercicio extenuante.
Según los investigadores australianos, a medida que la intensidad y la duración del ejercicio aumenta también se incrementan distintos indicadores de lesión gastrointestinal, que afectan a su funcionamiento, perturbando procesos como la permeabilidad, la absorción y la endotoxemia (la presencia de sustancias tóxicas en la sangre).
En el estudio de Costa, aprox. el 10% de quienes corrieron un maratón o medio maratón reportaron síntomas gastrointestinales. Las pruebas de resistencia extrema son las que ejercen una mayor presión sobre el estómago y los intestinos, como los distintos tipos de ultramaratones y las pruebas Iron-man (triatlones de larga duración).
Según el estudio, el tipo de ejercicio influencia el riesgo, y correr genera una mayor incidencia y severidad de los síntomas gastrointestinales, comparado con otra forma de ejercicios, como el ciclismo. Pero hay ciertas maneras de mitigar esos síntomas, como evitar la deshidratación y el uso de Antiinflamatorios no esteroideos, que son irritantes gastrointestinales. El consumo frecuente de hidratos de carbono durante el ejercicio es otra estrategia de protección contra las molestias derivadas del ejercicio extenuante.
En las poblaciones sanas el impacto gastrointestinal del ejercicio extenuante prolongado, aunque significativo, suele ser reversible.
Pero el impacto a largo plazo para los pacientes con problemas gastrointestinales crónicos, como el Síndrome del Intestino Irritable, no está claro.
“Aunque hay evidencias de que el ejercicio moderado sí tiene beneficios para la salud en pacientes con trastornos gastrointestinales funcionales o con Síndrome del Intestino Irritable, se desconoce si es seguro hacer ejercicio muy intenso”, para eso se recomiendan más investigaciones.
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