Aprovechando las facilidades que nos da el sistema electoral, decidí enviar mi voto con anterioridad. No tuve ningún tipo de dudas con relación al candidato o la candidata de mi preferencia. Yo creo que la mayoría de mis lectores saben que mi voto no es ningún secreto. Por supuesto, voté por Hillary Clinton y lo hice por las siguientes razones.
Creo que soy uno de los muchos feministas hombres que vaga sobre la faz de la tierra. Ser feminista, en la forma cómo yo la interpreto y como creo que debe ser interpretada, no es un palabra “sucia”. Emma Watson, actriz principal de Harry Potter, en un discurso emotivo en las Naciones Unidas manifiesta que ser feminista no es un término que implica “odio a los hombres”.
Ser feminista es luchar por los derechos de la mujer. Desde un punto de vista filosófico liberal, Emma Watson propone que esa lucha debe conllevar a un mundo de “igualdad de géneros”, en donde la mujer y el hombre tengan los mismos derechos en todos los niveles de la sociedad, incluyendo en la política, la economía y el Derecho.
Las mujeres feministas liberales como Emma Watson sugieren que la educación es uno de los mecanismos idóneos para quebrantar las desigualdades sociales entre un hombre y una mujer. En su discurso de la ONU dijo que, como persona, no se siente subordinada a los hombres debido a que sus padres la criaron y la educaron dentro de una estructura social de clase media.
En este sentido, el nivel social de los padres, según la perspectiva de Emma Watson, hace efectivo un nivel de consciencia humana que incide en la forma cómo los padres educan a sus hijos. Es decir, padres socialmente conscientes permiten que sus hijos crezcan sin prejuicios sociales ni otros tipos de discriminación.
Por otra parte, Watson también hace mención de las niñas y jóvenes mujeres del Continente Africano, en donde los niveles de educación son extremadamente disparejos. Nos dice que, en detrimento de las mujeres, los hombres son los que mayormente se benefician de todo lo que provee el Estado y la sociedad. En este mundo machista, muy pocas mujeres tienen acceso a la educación; por consiguiente, una gran mayoría de mujeres es víctima de prejuicios sociales.
A pesar de concordar con la evaluación de Emma Watson y de otras mujeres liberales, mi punto de vista va mucho más allá de esa racionalidad. Mi feminismo, al igual que el feminismo de Gloria Steinem y especialmente el de Catharine MacKinnon, se abstrae del concepto de igualdad de género. El género, como todas las cosas palpables e impalpables en el mundo, son productos de la creación de la mano y el pensamiento del hombre. En este contexto, el mundo en que vivimos es esencialmente macho, misoginista y contrario a los derechos de la mujer.
Donald Trump es precisamente el arquetipo del hombre común y corriente de la sociedad que objetiva (utiliza como objeto) a la mujer.
Hillary Clinton, por el contrario, es la encarnación de la mujer feminista moderna y consciente que considera que la lucha por los derechos de la mujer no es suficiente con la liberalización de la mujer en cuanto a género, sino que esa lucha debe involucrar a los hombres.
Hillary Clinton es la antítesis al hombre macho (a los Trumps) y es un reflejo, una consecuencia, un movimiento de todo aquello que lucha por los derechos de la mujer. Por eso voté por Hillary Clinton.
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