Cuanto más esperamos una llamada, más grande es el vacío en nuestro corazón y mas dudas entran en nuestra cabeza
¿Quién no ha pasado por ese estado de zozobra y tristeza que produce estar esperando la llamada de “esa” persona especial que nunca llega? Puede ser que lo recuerdes como algo del pasado (ojalá) o puede que sea algo que te está sucediendo en este preciso momento. Las horas en las que estamos en espera de que suene el dichoso teléfono pueden ser eternas, aunque es más frustrante cuando suena, contestas y no se trata de quien esperas.
Una vez escuché que el estar enamorada, o ilusionada con alguien, te causa dolor, porque seguramente esperamos más de lo que ellos están dispuestos a darnos.
Como pasa en la primera cita, te pareció maravillosa; hablaron durante horas, rieron muchísimo, casi se contaron media vida, y cuando se despidió te soltó el famoso “Te llamo pronto”; lo malo es que ya pasó casi una semana y el “prospecto en la mira” no ha mandado ni un mensaje de texto.
Se siente terrible ¿verdad? Y en el proceso de espera empiezan a aflorar una serie de pensamientos, ideas y preguntas y no necesariamente son de lo mas positivos; “ya no le intereso, seguramente está con la otra, jamás le da importancia a lo que es importante para mí, me está engañando, qué hice para que sea así conmigo, una vez más hace conmigo lo que quiere, valgo tan poco que no merezco ni siquiera una muestra mínima de atención….” acompañados por un “lo odio, no se lo vuelvo a permitir, esta sí es la última, va a saber quién soy”.
Normalmente esto sucede cuando depositamos en las acciones y muestras de afecto de los demás nuestro bienestar. Es muy doloroso sentirse bien o mal en función de lo que las otras personas deciden hacer, su tiempo y sus compromisos. Cuando las manifestaciones “de amor” de la otra persona no coinciden en tiempo y forma con nuestras necesidades asumimos que no somos suficientemente importantes ni amadas y eso se vive con una gran desesperanza y tristeza. Las razones por las que esa llamada no llega pueden ser muchas, y eso no significa que no nos quieran o no seamos importantes para la otra persona.
Cualquiera que sea la razón, lo que importa es lo que nosotras decidimos hacer con esa realidad. Es una opción, pero el sufrimiento y la insatisfacción están garantizados. ¿Cuál sería una opción saludable para cada una de nosotras? Encargarnos de nuestra propia vida y darle al hecho la magnitud que tiene, verla en su justa dimensión y concentrarnos en ser lo más procuradoras que podamos de nuestro propio bienestar.
Si estás sintiendo un vacío por la llamada que nunca llega, por ningún motivo te quedes encerrada esperando esa llamada, continúa tu vida, el mundo no se acaba porque no te llame, enfoca tus energías en algún deporte, libro o actividad que te ayude a olvidar que no te ha llamado. Y lo principal, por nada del mundo te sientas mal y te restes valor; Tómalo como una prueba muy buena para saber cómo anda tu autoestima, mejor dicho tu seguridad en ti misma; si alguien no te vuelve a llamar no es tu culpa, ni la de él, más bien tienes que tomarlo como una buena oportunidad para valorarte y obtener la experiencia de que la vida sigue su curso. Y no te puedes quedar esperando una llamada que tal vez nunca llegue. ¡Buena Suerte!
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