Hagamos un espacio para comentar sobre la investigación del fiscal especial Robert Mueller en el caso de conspiración de Rusia y un supuesto complot por parte de algunos asociados de la campaña política de Donald Trump.
El objetivo final de Mueller fue encontrar pruebas infalibles para procesar al mismo Trump ante el Congreso y frente a autoridades judiciales.
Recapitulemos cómo empezó el problema. Inicialmente, agentes rusos hackearon información de la computadora de John Podesta, jefe principal de la campaña de Hillary Clinton. No sabemos exactamente cómo llegaron a parar los archivos de Podesta a las manos de Julián Assange, fundador y director de Wikileaks, pero está claro que la publicación de toda esa información afectó el resultado de las elecciones presidenciales de 2016.
La campaña de Trump se nutrió de información. El candidato republicano glorificó a Wikileaks y pidió que difundiera más información de los correos electrónicos de Hillary Clinton. En una oportunidad, durante un mitin político, tuvo el cinismo de solicitar públicamente al gobierno ruso de encontrar supuestos actos ilegales de su contrincante.
Una vez llegado a la Casa Blanca, Trump empezó a maquinar contra el Estado y a protegerse de cualquier tipo de indagación que probara su culpabilidad. La decisión de despedir a James Comey como jefe del FBI propició la creación de un consejo especial que investigara la intromisión rusa en las elecciones presidenciales de 2016. Así, Robert Mueller fue nombrado fiscal especial de dicha investigación.
El trabajo de Mueller fue probar si algún miembro de la campaña de Trump, o el mismo Trump conspiraron con agentes rusos y dotaron información a Assange.
El reporte final del fiscal especial recientemente sostuvo que no hubo conspiración por parte de Trump o sus asociados a pesar de existir pistas reales. Después de indagatorias a miembros de la campaña de Trump, Mueller no encontró pruebas contundentes.
Sin embargo, el mismo reporte sostiene que Trump menoscabó información y obstruyó flagrantemente el proceso de investigación para quedar ileso de la colisión contra el proceso democrático del país. El hecho de haber utilizado una prerrogativa Ejecutiva para no presentarse a un interrogatorio con agentes del FBI tampoco facilitó el proceso.
Además, el informe manifiesta que los asociados de Trump, como Paul Manafort, Jerome Corsy, Roger Stone, entre otros, se resistieron a decir la verdad o simplemente maquinaron hechos durante los interrogatorios.
Al final, la conspiración contra el Estado y las elecciones de 2016 no llegó al final esperado. Definitivamente Trump es un verdadero corrupto que actúa como un jefe de la mafia de la peor calaña. Miente e inventa situaciones para salvar su pellejo.
Dr. Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletter@yahoo.com
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