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Ingreso básico para todos: una simple idea para acabar con la pobreza en el mundo

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Pulso USA
Jesús Del Toro

¿Deberían todos los seres humanos recibir un sustento universal solo por existir?

Conseguir el ingreso necesario para el sustento personal y familiar es la actividad primordial de la inmensa mayoría de la humanidad. Y la pobreza es una lacra que muerde terriblemente a las comunidades, incluida la estadounidense, que ven con severidad el crecimiento de las desigualdades, la falta de oportunidades y la falta de una justicia social efectiva.

Muchas son las ideas, enfoques, teorías pare enfrentar la pobreza y en ello hay intensas batallas ideológicas, políticas y prácticas de por medio. Pero una idea ha cobrado fuerza recientemente por su enfoque singular, si bien no es claro que pueda ser aplicada, al menos a gran escala, en el corto plazo. Pero es, sin duda, una posible solución, entre muchas, para encarar el problema de la pobreza y la falta o insuficiencia de ingreso para cubrir las necesidades fundamentales.

Se trata del concepto de “ingreso básico universal” o “ingreso básico garantizado”, que implica que toda persona tiene en sí el derecho de recibir un ingreso, sin que en ello medie las circunstancias o peculiaridades de cada persona, como explica el portal Vox. No se requiere estar incapacitado, o haberse jubilado, o tener un capital que aporte regalías. Es, simplemente, el otorgamiento de un ingreso básico a todos, como una vía de atemperar la pobreza. Es una noción que no es nueva, pues ha tenido históricamente variados impulsores, tanto los de pensamiento progresista que lo entienden como una manera de conseguir la justicia social como los de corte liberal que lo entienden como una forma de sustituir las estructuras convencionales del estado de bienestar.

Como relata el portal Vice, un nuevo ejercicio para aplicar ese principio ha comenzado a tener lugar mediante las llamadas “monedas virtuales”, de las que Bitcoin es uno de sus exponentes más visibles, y polémicos. Experimentos con este tipo de monedas virtuales plantean que éstas puedan ser generadas y distribuidas a todos los miembros de un determinado grupo, y luego pueden ser “gastadas” en bienes o servicios provistos por personas o entidades que son parte y aceptan el modelo. Pero, como señala Vice, estos programas funcionan por la aceptación voluntaria de sus participantes, por lo que nada es obligatorio, y sus impulsores creen que debe seguir siendo así en lugar de ser algo impuesto por gobiernos o fuerzas externas…

Por otro lado, organizaciones como GiveDirectly canalizan donaciones económicas directamente a personas en pobreza extrema mediante transferencias electrónicas. Aunque no se trataría de un sistema de “ingreso básico” generalizado sí es una forma de asistencia mucho más directa que reduce al máximo el costo de la ayuda y busca potenciar también al máximo el beneficio de esas transferencias.

 Y otro caso, como narra The Atlantic, es el de Scott Santens y su grupo de activistas, que a diferencia de otros promotores del “ingreso básico” sí cree que éste debería ser provisto por los gobiernos a todos sus ciudadanos, aunque no se ha sentado a esperar a que eso suceda (lo que, por cierto, es poco probable en las circunstancias actuales). Santens (quien vive en Nueva Orléans) y otros activistas piden a las personas que les provean dinero para construirle un ingreso básico de 1,000 dólares al mes, mediante el sistema llamado “crowdfunding” (el mismo que, por ejemplo, financia las campañas solidarias de recaudación de fondos en portales como Gofundme).

Y su esfuerzo ya le estaría proveyendo de la mitad de esa suma, a la que él añade ingresos provenientes de su trabajo como escritor. El problema actual es que para proveer a una persona de un ingreso mínimo se necesita que cientos, o incluso miles, hagan aportaciones, lo que implica que, por el momento, su universalidad no sería muy viable. Pero el esfuerzo de Santens y otros es también demostrativo: mostrar una alternativa.

Todo en el contexto de que la progresiva y acelerada automatización del trabajo provocará que una gran proporción de la gente simplemente no sea capaz de actualizarse para acceder a otros empleos cuando el suyo sea reemplazado por robots  u otras máquinas o que, de plano, simplemente no habrá trabajos a los cuales una creciente masa de trabajadores desplazados pueda incorporarse. Ante ello, ese “ingreso básico asegurado” sería una respuesta pública necesaria para atemperar esa transformación.

The Atlantic cita un reporte de la Universidad de Oxford que indica que el 47% de todos los empleos actuales son susceptibles de ser automatizados en las próximas dos décadas.

Y, como se indicaba, no es algo que haya sido descubierto ayer. Un extenso ejercicio de ingreso básico universal realizado en los años 70, el mayor en Norteamérica, que ha despertado nuevo interés por sus resultados en atemperar los impactos de la pobreza, es explicado en un video colocado en YouTube por activistas canadienses.

Existen, desde luego, opositores al hecho de que se conceda un ingreso a todos por el solo hecho de existir, o por no hacer nada en el contexto formal del trabajo en las economías de mercado. Se dice que quien reciba ese ingreso se volvería pasivo, flojo, inútil, dependiente, desmotivado, etc. Y que se desincentivaría la iniciativa individual, el esfuerzo personal y la dedicación para construir. Desde luego todo es debatible, pero existen simpatizantes y detractores por igual de este modelo. Y como nunca se ha aplicado algo así a gran escala, sus posibles efectos, positivos o nocivos, son en todo caso materia especulativa, si bien hay estudios y líneas de pensamiento que lo apoyan o rechazan con diversos argumentos.

Sea como sea, se trata de un movimiento con vitalidad, como lo muestra por ejemplo el trabajo de la red Basic Income Earth Network (BIEN), que promueve, reflexiona y actúa en torno a la idea de un ingreso para todos.

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