Como estaba de vacaciones de la escuela, el niño fue a pasar unas semanas en casa de la abuela. Cuando regresó a su casa, la primera noche, antes de dormirse le dijo a su mamá que le hiciera ‘la porla’. La mama, sorprendida, no sabía a cuál de los miles de pensamientos que volaban por su mente hacer caso… ¡¿Que te haga la qué?!
Todavía dudosa la mamá preguntó: “¿Y cómo te hacía la porla?
Me acordé de esta historia, porque estaba recordando que nuestra fe de niños era inmadura, por supuesto, no éramos teólogos, todo lo veíamos relacionado con talismanes y magia; con la cruz nos defendíamos de todo, de brujas, vampiros, el diablo… y nuestras oraciones campiranas eran algo como “San Antonio bendito amarra tus animalitos con un cordón bendito para que no me vayan a picar, amén” (Noten el cordón bendito).
A donde quiero llegar es a que en muchos casos -la mayoría- nuestras creencias de niños no maduran con nosotros y llegamos a viejos con creencias sin madurar… y mucho bien nos haría si maduraran.
Me estaba acordando de un cántico, alabanza que cantábamos a todo pulmón. “….somos cristianos y somos mexicanos, guerra, guerra contra lucifer”… y nos imaginábamos ser valientes caballeros luchando espada en mano contra la bestia peluda que era el demonio… Eso estaba bien en nuestras fantasías de niños, pero ¡Qué lastima que muy pocos maduraron para entender que la guerra contra Lucifer es una guerra contra la maldad, la mentira, la injusticia, la hipocresía, Discriminación, racismo, etc. Si todos los humanos le hiciéramos la guerra a ese Lucifer, nuestro mundo sería mejor. Somos humanos y somos hermanos, guerra guerra contra Lucifer.
El pilón.- Una vez escuché que en la biblia decía “que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”… y fue la causa de que nunca aprendiera a tocar guitarra, piano u otras cosas que necesitaran coordinación de la dos manos.
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