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Jóvenes cambiadas al nacer en el hospital descubren el error 24 años después

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El Viralero

Benito Kozman 

Lorena Cobuzzi (der) con su hermana Elisa. Foto tomada de Facebook.

Lorena y Antonella nacieron por cesárea hace 26 años en el sur de Italia, con apenas 11 minutos de diferencia. Pero un error del personal médico cambió sus vidas para siempre: Lorena fue entregada a los padres de Antonella, y viceversa…

 

Así Lorena fue criada en el hogar de Caterina y Michele Cobuzzi, mientras que Antonella creció con el matrimonio de Loreta y Luigi Mazzone.

Hace apenas dos años, los Cobuzzi se sentaron con Lorena y le dieron la terrible noticia. “Me sentí físicamente enferma”, comentó la joven al diario británico Daily Mail, al recordar el momento. “Me dijeron que tenían algo importante que decirme. Dijeron que había habido dos familias en el hospital ese día”.

Dijeron que los bebés habían sido cambiados. La sensación era terrible – Yo no sabía más quién era yo. No sabía a quién llamar mamá y papá.”

Ahora Lorena está demandando a las autoridades de salud de Italia por la cifra de 22 millones de euros.

“Es el primer caso de este tipo. Por supuesto varios bebés han sido cambiados accidentalmente en los hospitales antes. Pero esta es la primera vez que alguien lo ha descubierto después de 24 años”, indicó el abogado de Lorena, Stefano di Feo.

Los Cobuzzis le dijeron a Lorena que habían visto una foto de Antonella y se asombraron de lo mucho que se parecía a Caterina. En esa misma foto había otra joven, Elisa, hija mayor de los Mazzone, que se parecía mucho a Lorena.

Pero mientras crecía la joven nunca tuvo dudas sobre su identidad. Sí, a veces le decían que no se parecía a los Cobuzzi, pero hay casos similares donde el parecido se remonta a los abuelos u otros parientes. Su relación con Francisco, hijo de los Cobuzzi, era excelente.

Distanciamientos

En el momento en que recibió la noticia Lorena estaba distanciada de quienes resultaron ser sus padres de crianza, a causa de su relación con un hombre 12 años mayor. En el 2010, Lorena y su novio discutieron con los padres de este –con quienes convivían- y se quedaron viviendo en la calle. Desesperada, Lorena les pidió ayuda a los Cobuzzi, pero estos se la negaron. Y en 2013, cuando la pareja se casó, tampoco asistieron a la boda.

A pesar de ese distanciamiento, la infancia y primera juventud de Lorena transcurrió con normalidad. En cambio, la suerte de Antonella –la verdadera hija de los Cobuzzi- fue muy diferente.

Los Mazzone tenían un matrimonio infeliz. La madre, Loreta, “casi nunca llamó a la niña por su nombre, pero usaba palabrotas y la sometía a abusos de todo tipo”, de acuerdo con la prensa italiana.

La Gazzetta del Mezzogiorno informó que la familia era tan pobre que a menudo no había nada que comer en la casa. Antonella fue obligada a compartir la cama con Fidele, su hermano, quien sufría de diabetes y durante la noche se orinaba en la cama. La hermana, Elisa, dormía en otra cama.

Luigi, el padre, se fue a vivir con una novia y la madre, Loreta, abandonó a los tres niños y se trasladó a Turín. Los hermanos quedaron al cuidado de sus abuelos. Cuando tenía 16 años, en 2005, Antonella y Elisa fueron adoptadas por los Zengas, una pareja que vivía en la ciudad de Foggia, a una hora de distancia.. Fidele se quedó con los ancianos a causa de su condición de salud.

Lorena no sabe a ciencia cierta qué llevó a los Cobuzzis a indagar sobre el pasado. El matrimonio buscó la foto de Antonella y Elisa y logró una prueba del ADN de Antonella, que confirmó que era su hija.

Lorena, por su parte, se ha puesto en contacto con sus padres biológicos, con quienes sostiene una relación cordial, y ha logrado desarrollar una relación cercana con su hermana Elisa. Al mismo tiempo, la joven ha sabido que Antonella ha sido invitada a casa de los Cobuzzis, y se siente dolida con sus padres de crianza.

“Este año pasó nuestro cumpleaños con ellos y no me invitaron. Yo estaba sola con mi marido”, dijo. 

Sea cual sea el rumbo de las relaciones, el mes próximo un tribunal en Bari determinará el curso de su demanda.

Lorena, cuyo esposo trabaja en una pizzería y gana apenas 800 dólares al mes, espera que el fallo final la favorezca para poderse comprar una casa y empezar una familia.

“Vamos a utilizar el dinero para tener una vida mejor”, aseguró. “Pero cuando tenga hijos voy a ser muy vigilante en el hospital para que no cometan más errores”.

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