La cuarta temporada de “La casa de papel” se estrena este viernes en Netflix y llega justo a tiempo para darle un toque de emoción en español a los días de aislamiento social que pueden hacerse tan largos.
La plataforma de “streaming”, que dio acceso a los primeros cinco episodios de esta nueva temporada previo a su estreno, confirma que la serie ha mirado hacia atrás para agarrar un nuevo impulso.
Esta vez la historia de la banda de asaltantes con nombres de ciudades y dirigidos por El Profesor deja la grandiosidad de la temporada anterior y regresa a su tono inicial, de una exploración más íntima de los personajes principales.
También deja ver qué ocurre cuando el lógico y frío Profesor está descontrolado y hasta parece un villano tan divertido como aterrador.
TOKIO Y LA TENSIÓN SEXUAL SIGUEN INTACTAS
Muchos de los elementos que han convertido a “La casa de papel” en la serie no angloparlante más popular de Netflix siguen presentes:
Tokio (Úrsula Corberó) vuelve a ser la narradora, la tensión sexual salpica muchas de las escenas, el humor aparece para aliviar tragedias y el “flashback” es una de las herramientas más poderosas para explicar las decisiones y actitudes de cada personaje.
Obviamente, también está Berlín. Y es que el personaje de Pedro Alonso se sigue robando el show, a pesar de que tiene ya dos temporadas convertido en los recuerdos de Sergio, El Profesor (Álvaro Morte) y Palermo (Rodrigo de la Serna).
La acción comienza con El Profesor y su banda en el mismo lugar y tiempo en que los dejó el último capítulo de la tercera temporada. Nairobi se está desangrando de un balazo por la espalda, el Profesor atrapado entre la Policía que le persigue y su luto por Lisboa y el resto intentando resolver en una situación más que precaria dentro del Banco de España.
LOS VILLANOS ALCANZAN UN NUEVO NIVEL
Lo que pone esta temporada en otro nivel son las actuaciones. Itziar Ituño, en particular, se las arregla para mostrar con su interpretación facial decenas de microemociones por minutos. Aun así, el mayor aplauso va para los villanos.
Además de la fría inspectora Alicia Sierra, surge un antagonista más. Un hombre que está a la altura de El Profesor tanto a nivel de estrategia, como de acceso a cámaras y tecnología. La diferencia es que, contrariamente a Sergio, este tiene unos toques de psicópata que dejan la “piel de gallina”.
Aunque probablemente este nuevo personaje se desarrolle mejor en la segunda parte de esta temporada desde el principio conocemos más a la inspectora Sierra.
No es exageración decir que pocas villanas femeninas le harán sombra. Emocionalmente está tan herida que no siente nada y se explica cómo, así embarazada, es capaz de lidiar con situaciones escabrosas sin sentir ni una patadita de su bebé.
Esa falta de empatía contrasta aun más en estos tiempos en los que la audiencia, en cuarentena en casa, podrá identificarse mejor que nunca con los asaltantes encerrados en el banco.
SE ALISTA UNA MARATÓN DE EMOCIONES
En resumen, una vez más va a ser difícil no trasnocharse para ver todos los episodios de un tirón y no agradecer, en particular las referencias culturales que tanta falta hacen en las plataformas de “streamin” a los que consumen contenido en español.
Hay paellas, vino, referencias al Quijote, Platero y yo, y mucha música, incluyendo pasodoble y pop.
Lamentablemente, no hay mucha novedad a nivel de producción o técnicas de filmación. Otro aspecto débil de esta entrega es que, al menos en los capítulos a los que tuvo acceso Efe, parece más que una nueva temporada, la segunda parte de la tercera.
Alicia Civita
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