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La columna del Licenciado Vidriera Ed 38 2014

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 Por: Mario Soto Centeno

   La semana pasada mientras buscaba algo sobre la canción  “pobre gente de París”  me encontré a Tin Tan cantándola y allí me invitó la internet a ver Las aventuras de Pito Pérez con el mismo Tin Tan, y La vida inútil de Pito Pérez con Nacho López Tarso, y nomás por no hacerles el desaire vi el principio de las películas, ver el principio quiere decir que no llegué a la mitad, en primer lugar porque estaba trabajando y el patrón no entiende de los sacrificios que tiene que hace uno en el trabajo como eso de ver películas, pero también dejé la película, porque luego se me ocurrió que de allí podía sacar una “columna”, pues se me vino a la maceta que muchas veces, muchos, casi todos, criticamos la vida de los más. De casi todos, sin importar que sean  amigos o enemigos, decimos, y si no lo decimos lo pensamos, que sus vidas son inútiles, que son vidas desperdiciadas. Y muchas veces lo decimos nomás porque no logran hacer de su personas un gran personajes ante la sociedad, o porque no logran hacer una fortuna si nacieron pobres o agrandar la fortuna si nacieron afortunados…

  Pues fíjate que la vida inútil de Pito Pérez bien puede parecerles una vida inútil a  Juan Jiménez, a Pedro Ramírez y a muchos más del pueblo, pero a Pito Pérez su vida le parece tan buena como cualquier otra, y hasta mejor, si es que también a él le da por juzgar la vida de los demás, y a fin de cuentas, a Pito Pérez le vale pito lo que piensen los demás. Porque los demás, que somos todos, no sabemos que hay muchas formas de ser felices, de ser útiles, de sentirse realizados. Como dijo el zorrillo, cuando los demás animales se quejaban de su mal olor: “Pos ultimadamadremente, cada quien  apesta como puede”.

   Lo que pasa es que para juzgar la vida de los demás, mucho depende de lo que tú esperes de la vida y lo que entiendas por una vida útil, lo que entiendas por una vida bien aprovechada… 

 Por supuesto que juzgamos de pobres, inútiles y un desperdicio las vidas de todos, menos la propia, nuestra vida siempre es útil, bien aprovechada y somos importantes en la marcha del mundo y casi indispensables para la armonía y existencia del universo…

      Y al final de la vida te vas a preguntar ¿¡y todo esto para qué¡? ¿Valió la pena  vivir sacrificado para amensar, digo para amasar una fortuna, cuando la vas a tener que dejar?… O simplemente te puedes preguntar ¿valió la pena vivir?

  Cuentan los que no han muerto, porque los muertos no cuentan, que en los últimos momentos antes de morir, tu vida pasa por tu pantalla interior en cuestión de minutos… así como una película de unos diez minutos, dicen unos, ¿Y sabes por qué pasa en cuestión de minutos? Porque, aunque pases muchos años en el mundo,  son pocos, muy pocos los minutos los que vives en realidad.  El tiempo que pasaste aparentando lo que no eras, viviendo como “otro” que no eras tú, esos no son vivir, esos no cuentan. El tiempo que pasaste infeliz buscando la felicidad, esos tampoco cuentan como Vividos. El tiempo que pasaste haciendo infelices a los demás, esos no cuentan como vividos. El tiempo que pasaste haciendo cosas que no querías hacer, sólo para poder comprar cosas que no necesitabas tampoco cuenta como vivido…

  Sólo contarán los minutos en que fuiste verdaderamente racional, los momentos de verdadera felicidad, los minutos en que fuiste verdaderamente humano… y esos son muy pocos. Así que no vaya a extrañar que cuando estés muriendo tu vida pase en dos o tres minutos…entonces te acordarás que lo leíste en la Columna del Licenciado Vidriera… de las pocas cosas buenas que hiciste en tu vida, pero no pierdas tiempo diciendo “pinche Lic. tenía razón”.

  No te preocupes por hacer felices a los demás, eso sólo lo lograrás cuando tú seas verdaderamente feliz. La única vida inútil es la que se usa para hacer daño a los demás… sabiendo que al final no nos quedará más que decir este himno que yo compuse hace algunos años, Lo dedico a mi calavera… y a la tuya.

¡Bendito seas ataúd, 

porque a los hombres  igualas!

No importa seas de metal

o de madera vil caja.

No importa tengas adornos,

flores, o cruces o nada; 

en ti se pudren los cuerpos,

como en el mundo las almas.

No importa que no penetren

los gusanos a tu carga,

la podredumbre va dentro,

como en los cuerpos las almas.

¡Bendito seas ataúd, 

porque a los hombres igualas!

Bendito seas ataúd, 

donde los hombres son nada:

un poquitito de polvo

ni amor ni fe ni esperanza.

¡Bendito seas ataúd, 

porque a los hombres igualas!

Muertos de todos los tiempos,

que fueron y que son nada. 

¿En dónde está la hermosura?

¿En dónde está la elegancia?

¿De qué te sirvió el dinero?

¿De qué te sirvió la fama?

Si eres gusano asqueroso, 

si eres polvo, si eres nada… 

¡Bendito seas ataúd,

porque a los hombres igualas!!!

  Salud y saludos….. y como dice Gusto, “Hay unos que de muertos hacen falta y hay otros que de vivos estorbamos”

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