Las palabras Bill Clinton en la Convención Demócrata nos hicieron recordar que el centrismo que lo llevó al poder es cosa del pasado. Hoy, las nuevas bases del Partido Demócrata viran más hacia la izquierda.
El gran promotor de esta nueva fisonomía política demócrata ha sido Bernie Sanders. Su discurso efusivo del lunes logró, en parte, conmover a algunos que lo apoyaron durante el proceso electoral primario. Sin embargo, la tarea dura de persuadir a todo el electorado demócrata corresponde nada más ni nada menos que a Hillary Clinton.
¿Cómo es que lo va a lograr? No creo que lo logre a partir de un proyecto centrista, ni mucho menos apelando a una política económica neoliberal clásica de libre mercado o tratados de libre comercio. Asimismo, el apego que tuvo su esposo con Wall Street es definitivamente el camino erróneo para resolver los problemas profundos de desigualdad que afecta a nuestra población.
¿Entonces, cuál es la respuesta? Hillary Clinton tiene que a retomar el camino de su esencia política: Volver a ser Hillary Rodham Clinton. Es decir volver a la retórica de los derechos de los damnificados de una economía que favorece a unos cuantos millonarios en detrimento de las mayorías norteamericanas.
Las bases demócratas, de acuerdo a algunos medios de comunicación tienen un ingrediente ultra-izquierdista que le da una tendencia social-demócrata. 60% sienten que el Estado, especialmente el gobierno federal, tiene que responder y solucionar problemas críticos de la sociedad.
Por eso es importante hacer una revisión de la historia y tratar de ver los beneficios que produjo una Hillary Rodham Clinton virada hacia la izquierda. Mientras fungía como primera dama del estado de Arkansas, Hillary siempre estuvo interesada en resolver la pobreza, problemas raciales y étnicos a través de la creación de instituciones gubernamentales u organizaciones no gubernamentales (ONGs). En este sentido, cofundó una organización en defensa de los niños y familias pobres (Arkansas Advocates for Children and Families) y fomentó mejorías en el sistema de escuelas públicas en Arkansas.
A su llegada a la Casa Blanca, en 1993 Hillary Rodham Clinton tomó la batuta de un proyecto integral de seguro médico para todos (Clinton Health Plan), el cual fue mucho más ambicioso que el llamado Obama Care. Lamentablemente, un Congreso dominado por republicanos altamente pro-sector privado produjo una de sus grandes caídas políticas, pero logró crear programas de seguros médicos para niños, de adopción y también de apadrinamiento (foster care).
En 1995, Hillary Rodham Clinton electrificó en la 4ta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas con su discurso “Los derechos de la mujer son derechos humanos”. No le importó haber sido derrotada en el Congreso con el Clinton Health Plan, ni mucho menos pensó que iba a debilitar la postura centrista de su esposo en el gobierno. Hillary Rodham Clinton simplemente propuso su esencia al defender los derechos de la mujer.
Así, en su discurso de la Convención Demócrata, Hillary Rodham Clinton debería presentar un proyecto económico-social en contra de la desigualdad económica, fomentando la creación de instituciones civiles gubernamentales y no gubernamentales. No es momento para hablar de la globalización, pero tampoco es beneficioso demonizarla. Es importante que demuestre que el nacionalismo étnico-europeo, corriente que surge como base del “trumpismo”, es una enfermedad social que tiene que ser desenmascarada.
Por su parte, la diversidad étnico-social es un gran beneficio más que una debilidad. Y los problemas de la seguridad nacional se resuelven a través de la solidaridad de las naciones y no por medio del aislacionismo.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
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