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La Leyenda del Charro Negro

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Tlaxcala, Hidalgo y Veracruz son algunos de los estados donde se cuenta una leyenda, que si bien muestra pequeñas variantes, en esencia es muy similar. Sin embargo, hoy nos referiremos sólo a dos de e

En algunos estados de la República Mexicana, la gente cuenta que en las noches de luna llena, por los caminos rurales o poblaciones alejadas, se aparece un jinete flaco y de cara cadavérica, que montado en lustroso caballo negro, ofrece una bolsa llena de dinero… pero por temor, ¡nadie la ha querido aceptar!

Tlaxcala, Hidalgo y Veracruz son algunos de los estados donde se cuenta una leyenda, que si bien muestra pequeñas variantes, en esencia es muy similar. Sin embargo, hoy nos referiremos sólo a dos de estas versiones. La primera de ellas se cuenta en el estado de Veracruz, donde desde hace muchos años, los habitantes de varios poblados aseguran haber visto, en noches de luna llena, un hombre cadavérico, vestido de charro negro, montado en un caballo también negro.

Este charro, cuando se aparece, ofrece una bolsa de dinero a quien tiene la mala suerte de encontrarlo en su camino, pero hasta ahora nadie ha querido recibir la bolsa con monedas de oro, porque temen que sea una jugarreta del demonio… Esta es una de las leyendas, historias o cuentos de que se habla:

EL TEMIBLE CHARRO NEGRO

Allá por el año de 1966, el señor Abundio Rosas regresaba a su casa, situada en las afueras del puerto de Veracruz. Aunque había luna, ésta se escondía entre las copas de los árboles, por lo que reinaba cierta oscuridad, que causaba gran impresión por las formas fantasmagóricas que se formaban con las sombras de la luna. De pronto, don Abundio sintió que alguien lo seguía pero no quiso voltear, sino que apresuró más el paso, empuñando el machete que siempre lo acompañaba. Sin embargo, cada vez sentía más cerca a ese alguien que lo seguía. De repente, un sudor frío se apoderó de él, sintió que se desmayaba, pero pese al miedo decidió enfrentarse a lo que fuera, volteó el rostro y con asombro vio una diabólica escena. …Era un gran caballo negro, de pelo brillante y lustroso, pero con ojos espeluznantes que parecían lanzar fuego. Lo montaba un hombre alto y flaco, con un sombrero negro. No tenía ojos, nariz ni boca. En suma, era algo espantoso, por lo que don Abundio yano pudo moverse, ni hablar.

Temblaba de terror y más cuando el siniestro charro sacó una mano que se veía roja y con larguísimas uñas, tomó una bolsa de su caballo y la extendió ofreciéndosela al aterrado hombre, quien vio cómo la bolsa se abrió y mostró su interior lleno de dinero; pero don Abundio no quiso aceptarla. El jinete se la volvió a ofrecer y tampoco le hizo caso. Entonces el charro negro se volvió con su caballo sin pronunciar palabra y se alejó… Pero Abundio nunca escuchó el galopar del caballo, cosa que lo atemorizó mas pronto se sobrepuso y continuó su camino rumbo a su casa.

Al llegar estaba tan asustado que no pudo cenar. Contó lo sucedido a su esposa. La cual también se aterrorizó. Como es de suponerse, esa noche ambos no pudieron dormir, por lo que al día siguiente Abundio se levantó temprano y acudió al lugar donde se le había aparecido el misterioso charro. Buscó con cuidado, pero no halló nada que pudiera tomarse como indicio de su existencia. Por la noche don Abundio tuvo la necesidad de volver a pasar por el lugar, temeroso de encontrarse con el charro, pero ya no se le apareció esa noche ni otra más… ni hubo más apariciones.

OTRA VEZ EL CHARRO

Paso el tiempo y Abundio ya casi ni se acordaba del encuentro con aquel misterioso charro negro… Pero una noche, ya muy cerca de su casa, se topó de nuevo con el aparecido, quien con voz cavernosa le dijo que tomara la bolsa con el dinero. Como el hombre no la aceptó por temor a que fuera cosa del diablo, entonces el charro le dijo con voz aún más cavernosa: –“Me volverás a ver muy pronto”–. Don Abundio medio muerto de miedo, sin volver la cabeza, echó a correr y no paró hasta llegar adentro de su casa. Su mujer salió espantada y le gritó: “¡Abundio, mira, el charro se está asomando por la ventana… Anda, sal y orínate en cruz afuera de la puerta, dicen que así no puede pasar el maligno!”.

Abundio, tembloroso, salió de su casa y se orinó en cruz fuera de la puerta. En cuanto terminó de rociar el piso, el caballo relinchó en forma macabra, y jinete y animal a todo galope se perdieron en la oscuridad de la noche. Desde entonces ni Abundio ni su mujer han vuelto a ver al “charro negro”… Pero muchas otras personas de la región han contado la misma historia y aseguran que también lo han visto.

¿OTRO CHARRO NEGRO?… O EL MISMO PERO EN OTRO LADO

La leyenda del “charro negro” también se ha difundido por el estado de Puebla. Se dice que en un poblado cerca de Atlixco, los choferes ya no quieren llevar pasajeros después de la media noche porque en las calles o en la carretera, un tipo vestido de charro negro les hace la parada, se sube en el asiento trasero del taxi y después de avanzar durante algunos minutos sale del coche sin abrir la portezuela. ¡Y desaparece sin dejar rastro alguno!… A manera de despedida suelta una estruendosa y horripilante carcajada.

Algunos de estos taxistas afirman que al querer verlo por el espejo retrovisor, no se ve nada, como si el hombre fuese invisible, pero se percibe que sigue sentado ahí atrás. ¿Verdad, mentira, superchería?… ¿Será acaso exceso de imaginación?… Eso, como todas las leyendas, nadie lo puede asegurar… ¡Hasta que no lo vive!Y mientras tanto, ¡la leyenda continúa!!! Abogado de Accidentes Los Angeles

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