EFE
Varaporn Dasri, una niña tailandesa de 13 años, es ciega y tiene dificultades para socializar, pero cuando toca el violín o canta en la Orquesta Tailandesa de Ciegos parece que su discapacidad se desvanece al son de la música…
Sentada sobre un taburete de plástico, Varaporn entona una canción tailandesa rodeada de más de una docena de niños y adolescentes con violines, violas y violoncelos durante un ensayo en Phak Chong, un distrito en la provincia de Rakhon Ratchasima (este).
“No importa la oscuridad en el mundo, que no tenga miedo el corazón/ Mantén la cara sonriente, tiñe el corazón con música/ ¿Por qué temer a nada? Sonríe”, canta en tailandés la menor, con una sonrisa.
El verso pertenece a una canción que trata sobre personas ciegas titulada “Smilling”, a la que puso música el mismo rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej.
Los jóvenes ciegos ensayan un amplio repertorio de canciones, que incluyen temas de Jason Mraz, Mozart o Beethoven, para un concierto y musical que presentarán los próximos 11 y 12 de septiembre en Bangkok.
La Orquesta de Ciegos Tailandeses, en la que participan en total unos 90 menores de entre 8 y 16 años, forma parte de un proyecto que empezó hace dos años para permitir a niños con discapacidad visual desarrollarse a través de la música.
El artífice de la idea fue Alongkot Chulaew, director del Fondo de Conservación e Investigación de Elefantes Tailandeses, centro que, entre otras actividades, organiza excursiones de niños con discapacidad para mejorar sus habilidades psicomotrices y sociales.
“El objetivo del proyecto no es solo desarrollar su talento musical sino también enseñarles las habilidades básicas de vida”, explica a Efe Alongkot, durante un descanso del ensayo en el centro de elefantes en Phak Chong, situado cerca del parque natural de Khao Yai.
“Lo que nos importa de verdad es el desarrollo de su inteligencia, emocional, socialización y estado físico”, agrega el también biólogo y violinista aficionado.
“Esos niños no son cargas, sino esperanzas. Los niños aquí tienen capacidad de desarrollarse”, asevera Alongkot.
El biólogo relata que al principio el objetivo era sólo mejorar las aptitudes de los niños ciegos, pero luego se dio cuenta de que algunos tenían potencial para convertirse en profesionales de la música o profesores.
Uno de ellos es Somsak Chamarth, que a sus 16 años es el violinista principal de la orquesta y también sabe tocar la flauta, la batería, el bajo y el piano.
“Cuando toco música soy feliz”, explica a Efe Somsak, que a los 9 años aprendió a tocar el piano y que en el futuro quiere convertirse en profesor de música.
El menor, que tiene un hermano gemelo y una hermana, vive en un centro especial para sordos en Lopburi, al norte de Bangkok.
De este centro también procede Nicha Warasakun, de 13 años, quien toca la viola en el grupo y que, aunque le encanta la música, de mayor quiere ser profesora de tailandés. “Ahora quiero aprender a tocar el órgano”, asevera.
Los integrantes de la Orquesta Tailandesa de Ciegos proceden de varios centros tailandeses para ciegos que ensayan habitualmente en el centro para elefantes de Rakhon Ratchasima.
Sin ayuda económica del Gobierno, Alongkot pudo montar la orquesta gracias a donaciones, tanto de dinero como de instrumentos musicales.
El biólogo ideó un original sistema braille para que los niños pudieran seguir las notas y pronto empezó a recibir a decenas de alumnos de diversos centros para ciegos del país para aprender a tocar el violín, el violoncelo, la batería, la guitarra o el piano.
En noviembre de 2014, la Orquesta Tailandesa de Ciegos interpretó su primer concierto en el auditorio de Siam Motor en la capital tailandesa, donde volvieron a actuar al año siguiente.
El próximo septiembre, unos 40 miembros de la orquesta subirán otra vez al escenario del citado auditorio, encabezados por Somsak, quien ensaya con su violín casi a diario.
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