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La Ratita Presumida

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Rita era una ratita muy linda que le gustaba mucho cuidar de su casa. Todos los dias la barria, limpiaba y fregaba

Rita era una ratita muy linda que le gustaba
mucho cuidar de su casa. Todos los días la
barría, limpiaba y fregaba.
Sus vecinos la admiraban mucho y siempre

Moraleja:

¡Sorpresas te puedes llevar,
si a los tuyos sueles despreciar!

había una fila de pretendientes a la puerta de

su casa. Ella aún no había pensado en casarse,
de modo que echaba a volar a todos sus
admiradores.
Un buen día, mientras barría, Rita se encontró
una moneda en el suelo. Durante largo
tiempo, estuvo pensando qué hacer con ella,
pero no daba con la solución.
“¡Podría comprarme tantísimas cosas…! La
verdad es que es difícil decidirse por alguna.
Bueno, ¿y si me comprase un listón? Podría
ponérmelo en mi colita. Me quedaría precioso”,
-pensaba la ratita.
En efecto, se compró un lindo listón rosado y
su predicción se cumplió. Estaba más encantadora
que nunca. Sus pretendientes aumentaron
como la espuma.
La ratita, algo más condescendiente, sólo
ponía una condición para casarse.
– Quien tenga una hermosa y dulce voz obtendrá
mi mano -les dijo ella.
Hacía cantar a todos los pretendientes, pero

ninguna voz parecía agradarle. Por fin, se

presentó un apuesto gato, quien, con voz muy
dulce y melodiosa, logró conquistar el corazón
de la ratita presumida.
Las bodas se celebraron por todo lo alto y
acudieron muchos invitados. Rita se sentía el
centro del mundo.
Una vez solos, el amante esposo sacó a relucir
sus verdaderas intenciones. Se echó sobre
la ratita y se la comió en un santiamén. Después
de todo, era un gato ¿no?
Amiguitos, está bien escoger, pero no conviene
pasarse de la raya.

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