Además de ser muy sabrosa, la rosca de reyes es una tradición mexicana y de algunos otros países de Latinoamérica, que encierra todo un conjunto de símbolos con mucha historia y que, a querer o no, los latinos de aquí también están adoptando.
Aunque aparentemente la partición de la rosca de reyes, es la culminación de las festividades de fin de año, en realidad trae consigo la promesa de que las celebraciones continuarán.
Históricamente sabemos que la religión revistió de simbolismo muchas tradiciones paganas y esta fue una de ellas.
Después del solsticio de invierno, cuando se da el día más corto del año (21-22 de dic.), en cuanto los días empezaban a alargarse y el frío a templarse, los romanos celebraban las fiestas en honor al dios Saturno, las saturnales, y una tradición de estas fiestas era la preparación de unos grandes panes redondos adornados con miel, higos, dátiles y otras frutas que se repartían a todos, incluyendo plebeyos y esclavos.
Se le atribuye al rey Felipe V (1683-1746) el haber llevado de Francia a España esa costumbre, que pronto se empezó a acoplar a las celebraciones de la Navidad, y que con la rosca de reyes se daban por terminadas.
Por la historia sabemos que al pan se le ponía una haba, semilla que representaba el renacer, el empezar un nuevo ciclo y a la persona que encontraba aquella semilla se le nombraba rey de la fiesta y de ahí que la rosca se llamara rosca de reyes… Con el tiempo se cambió la tradición y a la persona a la que le tocaba la semilla también le tocaba pagar el pan.
Al convertirse en costumbre religiosa, se acomodó la partición de la rosa el día 6 de enero, día en que el cristianismo celebra la Epifanía del Señor, manifestación de Dios a los Reyes Magos, con los que muchos asociaron el nombre de rosca de reyes y se le empezaron a dar simbolismos nuevos a toda la ceremonia: Ya no fue una haba la que se escondía en el pan, sino una estatuilla del niño Dios, escondido porque el rey Herodes lo quería matar. El cuchillo para partir el pan serían las espadas de los soldados y el que lo encuentre o le toque el niño, tiene que ocultarlo hasta el día dos de febrero, fiesta de las candelas o Día de la Candelaria.
Que es, cuando la tradición católica indica que hay que hacer la presentación del niño en el templo. Se lleva a bendecir la imagen del niño del nacimiento, puesto en una canasta adornada con velas, y el agraciado padrino que lo encontró en la rosca ahora tiene que hacer una fiesta o al menos una comida (desayuno o cena) e invitar a los que estuvieron el 6 de enero en la partición de la Rosca de Reyes… Dado que una celebración de este tipo, fácilmente se puede convertir en una fiesta de barrio, algunos trataban de evitar el encuentro con el Niño en la rosca, para evitar el compromiso, pero eso se solucionó colocando varios niños en la rosca para que haya más de un padrino y se compartan gastos. Y si algunos tratan de evitar encontrar al niño, la mayoría lo busca, porque lo ven y reciben como una bendición y eso garantiza que esta tradición seguirá por muchos años más.
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