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La Zorra y la Cigüeña

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Doña zorra se hizo muy amiga de doña cigüeña ypor tal motivo invito a esta a comer a su casa. Lo que no sabia la recien invitada era que asu nueva amiga le gustaba mucho hacer.

Doña zorra se hizo muy amiga de doña cigüeña
y por tal motivo invitó a ésta a comer a su
casa. Lo que no sabía la recién invitada era
que a su nueva amiga le gustaba mucho hacer
bromas y que se disponía a gastarle una bien
sonada a la pobre.

Esa tarde doña zorra se esmeró en preparar
una exquisita sopa de mariscos y la sirvió en
dos platos llanos. ¡Imagínense los sudores de
la pobre cigüeña, tratando de sorber la sopa
con su largo pico y no poder probar ni un solo
bocado! Tras una hora de grandes esfuerzos,
tuvo que desistir y quedarse como había llegado,
con mucha hambre.

La cigüeña pidió excusas a su anfitriona y se
retiró para su casa, no sin antes invitar a la
zorra a comer al día siguiente en su propia
casa. Esta, por supuesto, aceptó.
Cuando doña zorra, que esta vez era la invitada
se presentó en casa de doña cigüeña,
encontró dispuesto un exquisito guisado de
pescado, se le hacía agua la boca al ver tan
agradable menú, sin embargo había un pequeño
problema, ¡la rica comida estaba servida
en dos jarros de cuello largo y estrecho!

Mientras la cigüeña introducía su pico sin
dificultad hasta donde se encontraba el alimento,
la zorra luchaba en vano por imitar a
su amiga con su chato hocico. Como era de
esperarse ella se quedó sin probar bocado alguno
de tan suculento guisado

Cuando regresaba doña zorra a su casa, escuchó
una vocecita interior que le decía: Ya
vez… ¡El que la hace, la paga!

Moraleja:

¡De lo que tú des a los demás,
Esa misma cosa recibirás!

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