Un hombre caminaba por la playa en una noche de luna llena mientras pensaba:
“Ah!, Si tuviera un auto nuevo, que feliz sería!”.
“Si tuviera una casa grande, sería feliz”.
“Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz”.
“Si tuviera pareja perfecta, sería feliz”.
En ese momento, tropezó con una bolsita que se veía vieja y sucia llena de pequeñas piedras.
Mientras caminaba pensando en sus desdichas, empezó a tirarlas una por una al mar y a la vez decía: “Sería feliz si tuviera…” hasta que solamente quedaba una piedrita, con la cual empezó a jugar. La mantuvo en la mano hasta llegar a su casa.
Al llegar a su destino, le puso atención a aquella piedrecita y con gran sorpresa se dio cuenta de que aquella, en realidad, era un diamante y al parecer muy valioso…. Se molestó, pataleo, lloró y hasta maldijo por haber tirado al mar los otros diamantes que pensó eran piedras, ¿Te imaginas cuántos diamantes arrojó al mar sin apreciar lo que tenía en sus manos?
Igual que aquel hombre, muchos de nosotros pasamos la vida arrojando nuestros preciosos tesoros al estar deseando lo que no se tiene y al no darle valor a lo que tenemos.
Mira a tu alrededor y te darás cuenta lo afortunado que eres.
Cada uno de nuestros días es un diamante precioso, valioso e irreemplazable. Depende de ti aprovecharlo o lanzarlo al mar.
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