Libros, programas, redes sociales, “expertos” en la crianza de los hijos, son diversos los medios que nos aconsejan y nos dan soluciones mágicas para la crianza de los hijos, que ya no se sabe a quién escuchar. Entre el cúmulo de recomendaciones hay, sin embargo, algunas que encierran una profunda verdad: son los principios básicos de la educación de los hijos. Aquí le presentamos algunos de ellos:
*Que sus hijos afronten las consecuencias de sus actos. “Si su hijo no pasa un examen para el que no estudió; si pierde su suéter favorito porque lo olvidó en la escuela; si se queda sin dinero porque tuvo que pagar una multa de la biblioteca, despreocúpese; éstas son algunas maneras de adquirir sentido de responsabilidad”, dice Charles Schaefer, profesor de psicología y coautor de Teach Your Child to Behave (“Enseñe a su hijo a comportarse”)
*Desde la edad de tres años, un niño es capaz de comprender una relación de causa y efecto. Exprésele en tono desapasionado cuál es la consecuencia probable de determinada conducta suya; por ejemplo, “Si dejas juguetes en la entrada de la cochera, el auto los puede aplastar”. Luego deje que los acontecimientos sigan su marcha normal, pero no eche a perder la lección reponiendo los juguetes que se hayan estropeado…. Si se pasa usted la vida evitando que su hijo se caiga; él nunca aprenderá a levantarse.
*Premie las buenas conductas. “Sorprenda a su hijo cuando se porta bien (cuando comparte juguetes, tiene un gesto de amabilidad o ayuda en los quehaceres de la casa, por ejemplo) es bueno recompensarlo con un elogio, una sonrisa o un abrazo. Para que haya un equilibrio saludable, las muestras de aprobación, sobre todo las que entrañan contacto físico, no deben faltar.
*Sea específico y limite sus elogios a la conducta digna de aprobación, por ejemplo: “Gracias por guardar silencio mientras hablaba por teléfono “o “estoy orgulloso de ti por cómo has solucionado el pleito que tenías con tu hermano”.
Algunos padres cometen el error de utilizar recompensas a manera de sobornos para evitar el mal comportamiento. Un niño que se porta mal no merece ningún premio.
*Tenga en cuenta el temperamento del niño… Supongamos que su primogénito es muy adaptable y que el menor de sus hijos es muy apegado a usted. Estas diferencias de temperamento son la principal razón por las que no se puede tratar de la misma manera a todos los hijos.
“Desde las pocas semanas de nacido, cada niño muestra ya ciertas y marcadas diferencias de carácter con respecto a otros”, afirma la psiquiatra infantil Stella Chess, coautora del libro “Know your Child” (Conozca a sus hijos).
*Es un error común intentar cambiar el mundopara que se adapte a su hijo. Si usted tiene un diablillo y lo lleva de visita a la casa de sus parientes no pida a éstos que escondan todos los adornos frágiles de la casa. Mejor enseñe primero al niño a comportarse y, si a la hora de la visita necesita desfogar sus energías, llévelo al aire libre.
*Fije límites. Como todos los padres, quiere que su hijo sea feliz y no le gusta frustrarle sus planes, pero por desgracia, si es usted demasiado condescendiente con él, ahora tendrá dificultades más adelante. De acuerdo con los estudios realizados por el Centro para la Educación de los Padres, de Newton, Massachusetts, es posible empezar a malcriar a un niño desde que tiene seis meses. Así pues, cuanto más pronto empiece usted a definir límites, tanto mejor. Aun los niños de edad preescolar son capaces de respetar reglas. La clave está en dejar bien en claro que los padres son quienes mandan en casa. Una vez que haya puesto el límite entre una conducta aceptable e inaceptable, hágaselo saber a su hijo y adviértale lo que ocurrirá si se pasa de la raya.
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