A pesar de que las posibilidades de éxito son prácticamente nulas, la mayoría demócrata del Senado decidió revivir la iniciativa de ley de reforma migratoria bipartidista que fue bloqueada por los republicanos este año.
Recordemos que el plan, negociado por un puñado de demócratas y republicanos, hubiera permitido por primera vez al presidente de los Estados Unidos cerrar la frontera automáticamente ante una oleada de migrantes.
Es decir que la frontera con México podría ser cerrada por razones de “emergencia” cuándo el número de intentos de cruces de indocumentados rebase los 5,000 migrantes en promedio en un periodo de 5 días.
Por primera vez también los demócratas aceptaron algunas de las más duras de las propuestas migratoria de los republicanos para endurecer los requisitos para el otorgamiento de asilo, así como para reforzar las operaciones de detención migratoria, instituir deportaciones “aceleradas” y restringir el proceso de “parole”, la libertad condicional humanitaria.
El proceso de “parole” ha sido instrumental para ayudar a estabilizar algunos de los flujos de migrantes en la frontera, toda vez que ha permitido el ingreso con patrocinio de cientos de miles de migrantes procedentes de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití en los últimos meses.
Pero esa propuesta fue dinamitada nada más y nada menos que por Donald Trump, quien pidió personalmente a los legisladores rechazarla, a fin de negarle un triunfo político y legislativo al presidente Joe Biden y a los demócratas en el año electoral.
No importó que los demócratas hicieran concesiones impensables hace apenas algunos meses. Y que se trataba de la primera iniciativa bipartidista en años. Lo único que importó para el señor Trump fue su ambición personal.
Por supuesto no todo era garrote contra los indocumentados, los demócratas lograron colar una cláusula para acelerar el otorgamiento del proceso de asilo, de tal forma que un creciente número de casos pudiera ser adjudicado en un promedio de seis meses.
La pregunta es ¿por qué razón los demócratas deciden resucitar una iniciativa de ley que prácticamente tiene cero posibilidades de ser aprobada?
La respuesta es muy sencilla. Los demócratas quieren avergonzar a los republicanos y mostrar que son ellos los que se oponen a una reforma migratoria.
Lamentablemente seguimos siendo testigos de los perversos juegos políticos en Washington, donde es más importante aparentar que legislar, simular que se busca resolver problemas, en lugar de resolverlos.
Con su voto, los electores tendrán en pocos meses, la oportunidad de enviar un mensaje contundente a los dos partidos predominantes en los Estados Unidos. Sus representantes y senadores fueron electos para lidiar con los grandes problemas nacionales, no para juegos políticos absurdos.
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