Muchas veces los padres nos espantamos si vemos a nuestros niños embarrados y con las manos en la tierra. La verdad es que no es bueno que se la coman, pero tampoco es malo que la toquen y echen a volar su imaginación haciendo creaciones. Déjalos jugar, ¡ensuciarse les hace bien! ¡No juegues con eso!, No agarres tierra porque te vas a ensuciar la ropa! ¡No corras tan fuerte porque te puedes caer!… Estas, son algunas de las frases que regularmente las madres (y a veces los padres) dicen a sus hijos cuando están jugando, ya sea en el parque o en el jardín de la casa.
Esta es una forma utilizada por los padres para evitar que sus hijos entren en contacto con aquello que contiene patógenos y eventualmente puede transmitir enfermedades.
Por lo general, este tipo de comportamiento sobreprotector y en ocasiones exagerado por parte de los padres, trae a la larga serias consecuencias en el buen desarrollo de los hijos. Así que lo mejor sería dejarse de preocupar por cosas tan insignificantes como la ropa del niño, los mosquitos, posibles infecciones, entre otras cosas. Mejor deje que su hijo salte en los charcos, camine por el barro, se trepe a los árboles, busque insectos e incluso juegue con arena: eso, aunque le parezca raro o inconcebible, lo ayudará a ser un niño más sano!
“LO MALO”, NO SIEMPRE ES MALO
En el desarrollo de los infantes, lo que aparenta ser malo, no siempre es tan malo, indican algunos expertos. “Hay suficiente evidencia científica que demuestra que la libertad de ensuciarse durante la exploración, el juego, el ejercicio físico, las tareas escolares y otras actividades en casa beneficia el desarrollo físico y mental de los chicos”, dijo John Richer, director del Departamento de Sicología y Pediatría del Hospital John Radcliffe, en Oxford, Inglaterra.
En ese sentido, muchas veces lo que disgusta a los padres, a los niños les fortalece el sistema inmune, agudiza sus reflejos, mejora el aprendizaje y favorece la interacción con los demás de su edad. Esta teoría es aplicable a todos los niños del mundo.
“Los papás estamos tan ocupados que hasta nos preocupa más que los pequeños se ensucien, a que jueguen y puedan tener experiencias que enriquezcan su desarrollo vital”, señala la psicóloga infantil, Beatriz Caba.
Para la especialista, los adultos les creamos a los chicos “extensas agendas para que sean grandes, eficientes y exitosos desde muy chicos, bloqueando la acción de jugar como si fuera un mero pasatiempo y no la antesala de su mejor formación creativa”.
VERDAD IRREFUTABLE
Es verdad que los seres humanos estamos rodeados de agentes patógenos que causan enfermedades, como los gérmenes o los virus, pero que también ayudan a que nuestro sistema inmune se fortalezca y se desarrolle de manera saludable, es una verdad irrefutable.
Las últimas investigaciones señalan que ensuciarse con tierra del suelo y estar expuesto a cientos de microbios permite que el sistema inmune los ‘conozca’ sin desarrollar hipersensibilidad.
Esto se debe al trabajo de una nueva célula defensora (célula T reguladora) que sensibiliza o vuelve menos reactivo al sistema inmune.
Por otra parte, cada vez que un pequeño tiene contacto con el medio ambiente tiene sensaciones que, al ser procesadas, ayudan al crecimiento del cerebro.
“La salud de un menor se valora por su crecimiento y la ausencia de enfermedad. Pero a veces hay un falso concepto de lo que es la suciedad que evita que los niños se pongan en contacto con la naturaleza”, dice el pediatra Marcos Mercado.
Cuando este concepto está arraigado en los padres, sea por desconocimiento o comodidad, toman decisiones que van en contra de las necesidades naturales del niño.
A RECONOCER SU ENTORNO
El contacto del bebé con la piel materna mejora su inmunidad porque recibe las bacterias que habitan en la mamá y la leche le aporta anticuerpos necesarios para defenderse.
Entre los tres y los cinco meses los bebés se llevan las manos y los pies a la boca, como una forma de reconocer su esquema corporal. Después siguen los objetos más cercanos.
Cuando comienza a gatear, el mejor lugar para que lo haga es el piso. Nada brinda tanta estabilidad ni la posibilidad de reconocer las capacidades motrices como el suelo.
Es vital para el desarrollo del apetito del bebé que meta sus manos en el plato y se ensucie.
En pocas palabras los niños necesitan, desde pequeños, explorar abiertamente su hábitat. En el proceso es posible que no queden limpios o peor aún que se ensucien en demasía, pero esto que le importe poco, mejor tome conciencia que esto le ayudará a ser el niño sano que usted tanto desea!!!
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