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LUCHA DE PODER CON TU PAREJA

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¿Qué pasa cuando tras la convivencia comienzan los conflictos?

¿Acaso el cuento de hadas se acabó?

Debemos analizar con cuidado las causas y efectos de la lucha de ‘poder’ con la pareja. Cuando comienzas a vivir en pareja, dos mundos se empiezan a mezclar y, en muchos casos, el acoplar algunos factores no es algo fácil y se llegan a crear conflictos que están sustentados en la necesidad de imponer al otro las ideas y experiencias propias, como si fuera una verdad absoluta, o como si la razón estuviera exclusivamente de nuestro lado.

En el inicio de la vida en pareja, esperamos que estos factores choquen, y se generen pequeños conflictos. Por ejemplo: Reclamos porque uno expresa más afecto que el otro, incapacidad de tomar iniciativas, problemas en el reparto del tiempo libre, etc. Es común escuchar frases como: “¿Qué quieres hacer?, ¿Me quieres?, ¿Yo soy quien siempre te busca?, ¿Por qué no me llamas?” etc.

Lo que hasta en el noviazgo había sido dar y recibir cariño, lo cual es necesario para cualquier ser humano desde que se nace hasta que se muere, también lo es en la relación de pareja. Sólo que al desarrollarse la vida en pareja, es uno de los factores que empiezan a desaparecer, se nos olvida decirle a la pareja que la queremos, que nos importa, dejamos de hacer cosas que le gustan, nos dejan de importar sus intereses y casi siempre caemos en la rutina de las  obligaciones. Tal parece que en la actualidad el sinónimo de pareja es atender obligaciones.

No expresar afectos fundamentales como: el cariño, la ternura, la calidez y la pasión, termina por apagar la llama que enciende la relación, si no la cuidamos se apaga. Por ejemplo: Olvidar dar y recibir abrazos, no recordar el beso de buenas noches o evitar decir palabras estimulantes y agradables, no aceptar que a veces cometen los errores, o no aceptar en ocasiones que la pareja tiene razón.

Un factor que daña mucho a las parejas es vivir sin comunicación. El diálogo de la pareja se centra en los descalificativos, en la agresividad, en la ironía, en la ofensa y en recordarle a la pareja sus obligaciones. Así es como se fomentan los conflictos y baja la autoestima.

Como personas arrastramos vicios como el no saber escuchar, hablar demasiado o no ponerse en el lugar del otro, los cuales son detonantes de tensión en la pareja.

Los seres humanos deberíamos presentar flexibilidad y adaptación a los cambios, sólo que actualmente no hay mucho espacio para hacer conciencia de estos factores. También se necesita la flexibilidad sobre todo en la convivencia. Si la pareja tiende a la rigidez e inflexibilidad de ideas y hábitos puede llegar a asfixiarse, porque cae en la monotonía, el aburrimiento, la rutina hasta llegar al aburrimiento, sobre todo cuando esto sólo satisface a uno de los dos. El respeto es fundamental. Estar constantemente manipulando y usurpando el espacio personal del otro desencadena conflictos serios, ya que la pareja puede sentirse controlada y manipulada dentro de su espacio.

La vida moderna requiere de repartir las tareas, sobre todo en el hogar, ayudar, colaborar, ser solidarios uno con el otro es uno de los pilares de la convivencia. En muchas parejas el hombre considera que al trabajar ya está exento de las tareas del hogar, y generalmente menosprecia las actividades de la mujer, cuando la mujer sólo está dedicada al hogar.

Se trata de equilibrar la cooperación, reconociendo que ambos tienen derecho al descanso y ambos requieren atención. Cuando en la relación no hay cooperación por parte de uno o ambos miembros de la pareja la convivencia se convierte en un campo de batalla, de reproches, insultos y frustración causados en muchas ocasiones por las convicciones tradicionales a las que están acostumbrados, las cuales se quieren imponer de manera cotidiana y sistemática. Por ejemplo: No contribuir en las tareas del hogar, dejar de hacer las compras, olvidar con frecuencia las cosas que te encargó tu pareja o que te pidió que le ayudarás a hacer, etc.

Con los factores que hemos visto tenemos los ingredientes de la fórmula que se va a presentar como una lucha de poder y control al interior de la pareja. Las guerras internas en cuanto a la economía, el hogar o las relaciones sociales provocan una espiral de rivalidad que termina por acabar con la convivencia. Las consecuencias son: el rencor, el enojo, la envidia, la frustración, y la búsqueda de la derrota de su propio compañero sentimental.

La confianza al igual que el afecto es uno de los principales pilares de la pareja. Sólo que las parejas cometen un grave error que es permitir que los celos invadan la relación, muchas veces nos engañamos a nosotros mismos diciéndonos, “me quiere tanto, que hasta me cela”, y no nos damos cuenta, que los celos irán creciendo poco a poco hasta invadir toda nuestra relación.

La inseguridad, el miedo o la angustia ante lo que puede estar haciendo o pensando la pareja ocasiona ansiedad, depresión, persecuciones, que convierten la relación en una lucha, que es causante de conflictos serios. Por eso es recomendable visitar a un especialista en relaciones de pareja, para sanar estas diferencias y no llegar a un divorcio inevitable.

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