En el mundo existen tal vez miles de historias y cuentos que relatan la aparición de fantasmas, pero muy pocos como éste en el que un fantasma muy maternal así como espantaba, lo mismo limpiaba la casa. Pero era tanta su manía hacia la limpieza, que casi vuelve loca a una familia entera.
Durante años, el severo fantasma se dedicó a hacer las camas, limpiar los cuartos y además se cercioraba de que los miembros de la familia realizaran puntualmente sus tareas. Y cuando no cumplían con ellas, se escuchaban ruidos sonoros, como de regaños, se abrían y cerraban puertas o ventanas, se apagaban las luces o la televisión, etc. Pero el misterio no se aclaró hasta que Philip Steff, el psíquico que finalmente mandó al espíritu a descansar una eternidad, dijo que el espectro había sido en vida un ama de llaves que vivió en el siglo XVIII. Steff añade que la aparición seguía haciendo su trabajo porque no se había percatado de que ya había muerto.
DESDE QUE LLEGARON
“Permanecía en casa porque creía que todavía había mucho trabajo que hacer, así que tenía las cosas en orden y controlaba a los niños, exactamente como lo hacía cuando vivía”, asegura Philip.
Susan Winsborough y sus tres hijas, Clara, de 18 Nicole de 16 y Lorna de 13, sintieron algo extraño desde que llegaron a la casa, hace cosa de ocho años. La vieja casona había sido construida hace 300 años en Salem, Estados Unidos.
“Desde que llegué sentía una atmósfera hostil, pero imaginé que se debía a que tenía las ventanas pequeñas y a que adentro siempre estaba muy oscuro”, refiere Susan, una viuda de 46 años. Ella recuerda cierta ocasión en que revisaba los cuartos, de sus hijas y vio la habitación de Clara hecha un asco; decidió dejarla así un rato mientras terminaba otras tareas. Sin embargo, cuando regresó, la estancia en cuestión se hallaba completamente ordenada y limpia, y la cama estaba tendida; además, el osito de peluche favorito de Clara había sido colocado amorosamente sobre una almohada. “Pero yo estaba sola en la casa”, exclama Susan.
En otra ocasión, se asomó al cuarto de Nicole y vio la huella de un cuerpo en la cama. “Aun cuando pensé que posiblemente ella lo había hecho, se me heló la sangre del susto y casi salí corriendo de allí, declara. Nicole también sentía a veces que alguien le jalaba el suéter, como si ese alguien quisiera llamarle la atención. El caso de Lorna, la más pequeña es similar. En ocasiones escuchaba voces o sentía que era jalada y cuando volteaba, no había nadie.
Con un ligero estremecimiento, Susan recuerda que el reloj sonaba a la hora que ella quería despertar; mas lo extraño era que a veces se le olvidaba ponerlo y de todas maneras sonaba puntualmente.
Con frecuencia se escuchaban pasos por la escalera; la puerta, al final de la escalera, chirriaba y se abría y cerraba a lo largo de la noche. En otras ocasiones, Nicole escuchaba una voz que la despertaba: “¡Nicole, Nicole, ya párate!”.
“No era una voz humana”, asevera Nicole. “Me daba terror”.
LIBERACIÓN FINAL
Cuando finalmente la familia Winsborough llamó a Philip Steff, el psíquico sintió la presencia fantasmal casi tan luego como penetró a la casa.
Una vez iniciado su trabajo, entró en un trance profundo y se topó con una mujer de mediana edad, que portaba un vestido largo de color gris y un delantal blanco. Tenía el pelo entrecano y su rostro lucía una expresión severa. Cuando Philip pidió al fantasma que se fuera, Nicole dijo sentir una presión tan fuerte en la cabeza, que creyó que le estallaría; entonces el aire del cuarto se enrareció.
Desde entonces, ya no se han escuchado más pasos por las escaleras, ya no se azotan las puertas y…., ya nadie hace el quehacer gratis, al menos nadie que no pertenezca al reino de los vivos.
Y Créalo o No, Así Fue… como este útil y maternal fantasma, poco le faltó para volver loca a toda una familia! •-
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