Desde el momento que el señor editor me pregunta: ¿Qué es exactamente lo que quisiste decir en tu artículo, Licenciado? Ya sé que ese artículo no se publicará. Doy alguna excusa torpe y digo que se me chispoteó, pero que ya tengo otro para reemplazarlo. Y es que mi editor espera que si voy con mi hacha, es porque voy a dar hachazos… a algo en algún lado, y yo soy de los que, si encuentran una plática agradable, allí se plantan, y más de alguna vez se me ha pasado el tiempo en pláticas, se mete el sol y yo ni siquiera me acordé que llevaba el hacha y, cuando reacciono ya se terminó el papel. Pero a él le han de pedir cuentas: Que qué hace ese fulano con el hacha si no va a dar algún hachazo; que qué corona tiene para andar nomás platicando. Y yo entiendo que si al Editor le piden cuentas, tiene que darlas.
Por eso, esta vez desde aquí estoy avisando que no voy a tirar hachazos, (si no ven este artículo publicado es que otra vez me hizo la misma pregunta de arriba; me dicen). Porque en lugar de hachazos te quiero platicar de lo que he aprendido leyendo los remedios caseros de El Aviso
Sucede que viendo algunos remedios caseros publicados, de tantos y tantos que hay, se me ocurrió pensar en la forma que se inventarían esos remedios… tan buenos. Me imagino que observando y tratando de una y otra forma hasta dar con el remedio bueno.
Una cosa sí te digo no cualquiera puede inventar remedios… no, señor, ¡yo ya lo intenté!
He notado que mi madre le tiene mucha fe a una pulsera de cobre que le cura muchos dolores, (eso dice ella). Luego un día oí que si te pones un diente de ajo entre el calcetín y la planta del pie y caminas, en unos cuantos minutos los sobacos te van a oler a ajo… No sé para qué fregaos se pueda usar eso, pero yo até cabos, hice cuentas: dos por tres, se llevan cuatro y nos queda la raíz cuadrada a la quinta potencia… ¡Inventé un remedio! Combiné lo de las plantas de los pies con el cobre para obtener un remedio para la artritis, por lo menos para mis dolores… Puse como cincuenta centavitos de cobre en cada zapato y sin calcetines, metí la pata, (Y vaya que si la metí!). Anduve casi toda la mañana con mis centavos en los zapatos; al rato hasta se sentía bien, como masaje; y ¿qué crees? ¡Sí funciona! No se me quitaron los dolores de reumas, pero me salieron unas postemillas en las encías por andar pisando los centavos fríos… Si alguien sabe un remedio para las postemillas se los encargo; yo lo que hice fue ponerme tequila, dicen que pa’todo mal….
De cualquier modo vi que algo había logrado, de manera que a los pocos día que oí que los chiles tienen una sustancia que se puede usar para anestesiar (la capsaicina), y recordando que algunas gentes ponen mariguana en alcohol y luego se lo untan para los dolores, yo iba a descubrir que poniendo chiles en alcohol resultaba una medicina mejor, y en dos por tres ocho por nueve, diez chiles de árbol puse en una botellita de alcohol; quiso la suerte que el brother Gus llegara con unos chiles habaneros de su jardín, y al alcohol fueron a dar también. Tarde se me hacía probar el invento. En cuanto el alcohol se puso de color rojo, le dije a mi esposa que le iba a untar un remedio, porque para eso son las esposas y las suegras, para probar algo de lo que no está uno muy seguro, y yo tenía la desconfianza de que fuera a causar ardores; pero como no es poco tonta, no quiso cooperar para la ciencia, me tiró a lucas y ni siquiera quiso untarme el alcohol. Yo lo hice; todo un hombro, todo un brazo y las rodillas y, al ver que no causaba ardores, le cargué la mano y hasta me di un masaje con aquel alcohol rojizo. Sería sugestión, sería la aurora, sería el sereno, el caso fue que se me aminoraron lo dolores… y sin efectos secundarios… ¡hasta que tuve que ir al pispirín! Ay, amigo. No me lavé las manos antes, así que ya se imaginarán los ardores; eso sí no lo recomiendo. Pero no paró ahí la cosa (si hubiera parado habría valido la pena el invento), al rato me empezaron unos ardores en las palmas de las manos y en las plantas de los pies, que no se me quitaron ni con una buena bañada y lavadas y lavadas de manos…
Señal de que algo hay, algo logré, ya nomás me falta perfeccionar el invento, mientras pueden probarlos, antes de los registre y cobre derechos de autor….
Salud y saludos y hasta la próxima semana
EL PILÓN. Mi canción preferida: La Valentina: “Si me han de matar mañana…” déjenme pasar esta noche con Valentina. No sean gachos, guachos. licvidriera@aol.com
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