Conejita era mejor conocida en el bosque como ‘Miss Complejos’ y es que aparte de encontrarle peros a todo y a todos, se los encontraba a ella misma.
Conejita era mejor conocida en el bosque como ‘Miss Complejos’ y es que aparte de encontrarle peros a todo y a todos, se los encontraba a ella misma. ¡Era muy pesada!
– Soy la coneja más fea de todo el bosque y, por si fuera poco, meto la pata a cada rato -decía a sus amigas a cada instante.
– ¡Qué no, conejita! ¡Ni hablar! Tú de fea no tienes nada -le contestaba su amiga Ardilla.
– ¡Gracias por animarme, amiga! Pero sé muy bien que no es así -insistía la conejita.
– ¡Te aseguro que no metes la pata más que las demás! ¿Por qué siempre andas inventándote imperfecciones que no existen? -le preguntaba su amiga Castora.
– ¡Ay!, ¡cuánto les agradezco que me den ánimos! Pero, no, es inútil, yo no puedo engañarme a mí misma -insistía la conejita.
Esta actitud era como para mandarla a la porra, pero sus amigas tenían mucha paciencia, y siempre buscaban la forma de ayudar a Conejita a deshacerse de sus complejos.
Un día se celebró en el bosque una fiesta juvenil, a la cuál también asistió nuestra amiga conejita. Durante el evento ella bebió más de la cuenta, y como arte de magia todos sus complejos desaparecieron. Empezó a comportarse como las demás y ella misma comprendió que ni era fea ni hermosa, sino mitad y mitad, como casi todas sus amigas.
Al reponerse de la fiesta, Miss Complejos tuvo que renunciar a este nombre, pues ya sabía comportarse como un animal corriente. Su leve borrachera le trajo un beneficio. ¡Un momento, amigos, no vayan a pensar que beber es bueno! No me mal interpreten
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