A algunos no les importa que alguien los abrace y/o cargue o quedarse con sus abuelos… En cambio otros, por ningún motivo se quieren separar ni un segundo de sus padres.
Sin lugar a dudas desde su nacimiento, los pequeños adquieren personalidades definidas y, aunque sean hermanitos, muchas veces opuestas unos de otros.
Y es que no todos reaccionan de igual forma ante la ausencia de la madre por ejemplo, unos se pondrán a llorar al instante y se aferrarán a ella, rechazando a la persona que los va a cuidar, incluso si esa persona es su padre o abuelos; en cambio otros harán como si no les importara mucho la ausencia de su madre.
¿A qué se debe que unos niños sean apegados y otros independientes?
Separarse por poquito tiempo de vez en cuando es saludable tanto para la madre como para el niño
Para el niño puede ser un alivio comprender que su madre salga. El tener que estar sin su madre por un rato, animará al niño a profundizar en sus relaciones con otras personas, como hermanos y otros niños o adultos.
Es natural que los padres deseen que sus hijos crezcan y sean independientes, pero no nos equivoquemos eso no quiere decir que a aquel pequeño no le importe que la madre vaya y vuelva. Es saludable y normal que proteste cuando la madre lo deja, pero no de una manera extremadamente exagerada.
La actitud del niño ante la separación dependerá en parte de su temperamento, y aunque la separación pueda ser algunas veces beneficiosa, los padres no deben exigir a que un niño de un año sea demasiado independiente, a esa edad tiene todavía necesidad de aferrarse a la madre.
Alrededor de los dos años, el juego se hace importante como forma de superar las separaciones de sus padres.
Conforme su mundo social se va ampliando, quedarse a dormir en la casa de los abuelos o de algún otro familiar es toda una experiencia, que dependerá cuanto la disfrute, si sus experiencias previas de separación han sino bien toleradas y gratificadas.
Los niños de tres años, se adaptan bien a una separación si se hallan preparados para ella. Si confían en los padres y se les dice con anticipación. Es importante que los adultos vuelvan cuando prometieron que lo harían. La incertidumbre y la ansiedad hacen que su comportamiento sea de desconfianza y enojo.
A todos nos gustaría que nuestros niños fueran felices todo el tiempo. Sin embargo debemos tener en cuenta que a medida que el niño crece, cambios en su mundo emocional van sucediendo.
La edad de cuatro años es proclive a la ansiedad. Separarse de sus padres, si bien ya es un hecho común en su vida, necesita de una madre o un padre que este por ahí (a la vista) para defenderlo de su propio nerviosismo, de su sentimiento de soledad o de cualquiera que sea el sentimiento que tenga cuando sus padres no están.
Teniendo en cuenta las etapas del desarrollo psicoemocional de nuestros hijos y comprendiendo como se va desplegando su mundo, lograremos niños independientes y seguros de sí mismos, que comprenderán que la separación de sus padres es momentánea y relacionarse con otros puede resultar muy gratificante. Cerrando con esto, el ciclo de aquél niño apegado, temeroso de las nuevas experiencias que la vida ofrece.
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