¿Por qué la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no puede hacer nada con respecto a la situación traumática que se vive en Venezuela? Fue la pregunta de un estudiante que siente que su ciudad, Tunja, Colombia, empieza a vivir un momento difícil con cientos de venezolanos que se apuestan diariamente a las afueras de los edificios de diversas ONGs de su ciudad.
Como organización internacional, la ONU tiene como objetivo el de “mantener la paz y seguridad internacional, fomentar relaciones de amistad entre las naciones, ayudar a las naciones a trabajar unidas para mejorar la vida de los pobres, vencer el hambre, las enfermedades…y fomentar el respeto de los derechos y libertades de los demás”.
La mayoría de estos objetivos tienen una relación directa con los problemas y necesidades que están atravesando los ciudadanos y residentes de Venezuela.
Internamente, el gobierno de Nicolás Maduro ha estado violando flagrantemente los “derechos y libertades de sus ciudadanos”. Desde que llegó al poder, no ha proveído los recursos mínimos de alimentación, ni ha suministrado programas de salud y bienestar.
Externamente, los migrantes venezolanos empiezan a tener incidencia negativa en algunas urbes de Colombia. La carga económica que implica responder –con recursos y personal— a las necesidades de miles de venezolanos ha empezado a tener un efecto devastador sobre el sistema administrativo de las ciudades colombianas.
Asimismo, los problemas sociales –pobreza, salud, prostitución, crimen—, que a menudo acompañan a las poblaciones desplazadas, eventualmente inciden negativamente en las sociedades recipientes. Los tunjanos, como la mayoría de los colombianos, se encuentran en el límite de tolerancia; algunos de ellos quieren revertir este proceso migratorio insinuando que las organizaciones internacionales puedan interceder en la solución del conflicto en Venezuela.
Como organización que aglutina a la mayoría de los países del mundo, la ONU debería tener capacidad de resolver los problemas que están afectando la vida de millones de ciudadanos venezolanos. Sin embargo, la ONU no es una organización supranacional. Es decir, las resoluciones que adoptan al interior de esta organización, en las reuniones plenarias y en las del Consejo de Seguridad, no son de obligatorio cumplimiento, a pesar de que la Carta de la ONU sostiene lo contrario.
Además, la ONU está altamente politizada. El Consejo de Seguridad Permanente (Estados Unidos, Francia, Inglaterra, China y Rusia), su ala más importante, está dividida ideológicamente. Sus miembros raras veces se ponen de acuerdo.
Así, el problema de Venezuela no se va a solucionar a partir de la ONU, sino que implica el trabajo conjunto de líderes políticos de la región latinoamericana. A ver si así Maduro entiende que su pueblo está imbuido en la calamidad social.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
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