Dos amigas se encuentran en la calle y una le pregunta a la otra: ¿Cómo te va con tu suegra?. A lo que la otra responde: “¡Me trata como a un dios!”. “Eres la primera a quien oigo hablar tan bien de su suegra! La presunta “nuera ejemplar” le aclara a su sorprendida amiga: “Sabe que existo pero no me puede ver…”.
Los chistes sobre las espinosas relaciones de las suegras con sus nueras o yernos van mucho más allá, porque que las desavenencias continuas pueden originar un profundo malestar y diversos trastornos en quienes participan en estas batallas familiares. En algunos casos, incluso, pueden conducir al divorcio de la pareja.
Según la psicóloga clínica Laura García Agustín, directora del Centro Clavesalud, los problemas de relación con la familia política son de los más frecuentes para los que se solicita ayuda profesional, y frases del estilo de “ya está otra vez tu madre con lo mismo” suelen ser el síntoma de una relación deteriorada.
La deficitaria y malograda relación entre distintas personas provenientes de ambientes y contextos distintos favorece la confrontación de valores, creencias, actitudes, normas y comportamientos. “Cada familia tiene su particular modo de conducirse por la vida y sus propios patrones de conducta”, señala la psicóloga y autora del libro “¿Hacemos las paces?”.
Cuando entra un nuevo miembro en la familia –la esposa o el esposo- pueden provocarse roces o fricciones por las diferencias en el modo de entender las cosas, o por las diferencias que existen en materia de hábitos y costumbres.
Generalmente las confrontaciones se producen en mayor medida entre las suegras y las nueras. “Esto -según García Agustín- es bastante fácil de entender aunque inicialmente parezca un poco extraño”.
“Las suegras son madres y por tanto protectoras del hogar. Cuanto mayor sea el concepto de madre abnegada que trata de determinar y encauzar la vida de sus hijos, mayor será la intromisión posterior. Chocan con la nuera, porque ésta es mujer como ella, por lo que se la suponen las mismas funciones dentro del hogar, ahora de su hijo”, señala la psicóloga.
LAS DOS MUJERES CLAVE DEL HOMBRE.
Normalmente las suegras no chocan con los yernos porque éstos suelen ser más acomodaticios. Es decir no suelen rebatir ni cuestionar las opiniones o recomendaciones de la suegra, entre otras cosas porque no suelen ir dirigidas a ellos.
“Aunque los tiempo han cambiado, siguen produciéndose enormes conflictos entre las dos mujeres más importantes para el varón: su mujer y su madre. Ambas tratarán de disputarse su atención y, en mayor o menor medida, organizar la convivencia futura”, señala la experta.
Afortunadamente las suegras y las nueras no están condenadas a no entenderse. Ambas pueden aprender a acercar posturas y tratar de comprender la posición contraria. Con unas adecuadas habilidades de comunicación, pueden mostrarse más condescendientes la una con la otra. Todos saldrán ganando.
Lo primero que hay que hacer para acercar posturas es respetar la opción de otro. Desde el respeto es más fácil entender que la otra persona haga cosas distintas a las que nosotros hacemos.
Por parte de las suegras resulta fundamental que traten de sugerir un modo de hacer las cosas, pero sin imposiciones ni chantajes. Es lógico que haya ciertas actitudes y comportamientos que no comparta con su hija política, pero no por ello serán peores que los suyos, ni tendrá que provocarse una batalla.
“En el caso de las nueras, es importante que no esperen que su marido le ponga los límites a su propia madre. Si a una mujer le molesta algo de su suegra tendrá que ser ella la que le exprese su desacuerdo y la que le marque unas pautas a seguir sin implicar al hijo, ya que cualquier intento de que el marido tome partido no hará más que complicar las cosas y generar más tensión”, advierte Laura García Agustín.
María Jesús Ribas. // E F E – REPORTAJES
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