Una de las cosas que inevitablemente vienen con el verano son las picaduras de insectos. Entre ellas, las más frecuentes son las picaduras de abejas, avispas y mosquitos, aunque también arañas.
Los niños, así también como las embarazadas, son los blancos favoritos de los mosquitos. Esto se debe a que ambos tienden a tener una temperatura más elevada que el resto. Son fuentes de calor y los mosquitos también tienden a elegirles. A esto se suma que bebés y niños pasan más tiempo al aire libre y están más expuestos a las picaduras de insectos. Qué debemos hacer si son picados y cómo prevenir las picaduras.
QUÉ HACER SI BEBÉS Y NIÑOS SON PICADOS POR INSECTOS
Cuando se produce una picadura de insecto, éstas suelen ir acompañadas de picor, dolor, enrojecimiento de la piel e hinchazón y, en algunas ocasiones, de reacciones alérgicas, que pueden ser más graves.
Las picaduras de mosquitos suelen provocar habones, más raramente ampollas, que pican. En el caso de avispas y abejas, el habón duele y pasadas unas horas suele ir disminuyendo, aunque a veces la picadura sigue aumentando de tamaño lentamente durante varias horas. Una diferencia entre avispas y abejas es que la primera no deja el aguijón clavado. Las arañas producen una mancha roja en la piel con dos puntos centrales.
En caso de una picadura se debe lavar la zona con agua fresca y jabón.
Para calmar el picor se puede aplicar una solución de calamina, cremas barritas o geles calmantes formulados a partir de extractos naturales de las que se venden en farmacias (no aplicar en las mucosas -boca, ojos, dentro de la nariz-)
Si la zona está inflamada podemos aplicar frío local y si vemos que la inflamación es muy grande, es recomendable acudir con el doctor para que nos recomienden alguna pomada para aplicar, ya sea antihistamínica, con corticoides o incluso antibiótica.
CÓMO PREVENIR LAS PICADURAS DE INSECTOS
ALERGIA A LAS PICADURAS DE INSECTOS
Una alergia es una reacción desproporcionada del sistema inmunitario a un agente determinado, llamado alergeno, que puede ser una sustancia, un alimento, polen, ácaros, insectos, etc. Para el organismo son invasores, por lo tanto éste reacciona provocando ciertos síntomas, desde picores o urticaria hasta problemas más graves como una reacción anafiláctica que puede poner en riesgo la vida.
Las alergias por insectos son muy frecuentes en la infancia. La mayoría se producen por picaduras o mordeduras y suponen cuadros leves, aunque en unos pocos casos se puede generar una reacción grave. Lo más frecuente es que la sustancia produzca una reacción localizada en la zona de la picadura, que puede ser desde leve (un simple habón) hasta bastante más grave, como una celulitis en la que se inflaman las capas más profundas de la piel.
Las reacciones locales suelen ser controladas con el uso de antiinflamatorios y antihistamínicos tópicos. A veces, si tienen riesgo de infección, puede que sea necesario añadir un antibiótico en forma de crema. En los casos de heridas más severas puede que el niño tenga que tomar la medicación por boca. Cualquiera de estas medicaciones debe ser pautada siempre por el Pediatra.
En el caso de que se crea que el niño está presentando una reacción generalizada (hinchazón de la cara, labios, cuello, enrojecimiento generalizado del cuerpo o dificultad para respirar) se debe acudir siempre y de forma muy rápida a un servicio de urgencias.
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