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POBRE VENEZUELA

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La democracia venezolana está en total crisis.  Su situación no va a cambiar con el establecimiento de un clima de gobernabilidad una vez que Nicolás Maduro sea depuesto de su poder o empiece un nuevo gobierno de reconstrucción con Juan Guaidó o con otro líder político.
A la tierra del Libertador Simón Bolívar le han hecho daño fuerzas internas como también un cúmulo de intereses externos.
Internamente Venezuela estuvo postrada por varios años bajo el populismo de Hugo Chávez, quien prácticamente sosegó a la población y contuvo cualquier artificio político que balanceara su poder.
Hoy, Nicolás Maduro, cuya administración parece más una dictadura que una democracia, no ha permitido una pisca de disidencia y ha facultado a instancias judiciales –claramente dominado por el Ejecutivo— el procesamiento inmediato de personas críticas a sus políticas de gobierno.
La mano dura de Maduro no solamente ha sido en el ámbito político, sino que la intolerancia de su gobierno se ha visto reflejada en áreas de la economía.  Maduro ha dejado a su país completamente en la ruina.  El problema económico es tan crítico que el dinero venezolano (el bolívar) ya no sirve para nada.
Al parar mi automóvil en uno de los semáforos de Tunja, Colombia, uno de tantos jóvenes venezolanos que piden limosna en las calles de esta ciudad dejó un billete de 20 y otro de 50 bolívares (dinero de Venezuela) sobre el espejo retrovisor ubicado en la parte exterior de la puerta del conductor.
El objetivo de este joven desesperado fue colectar unas cuantas monedas colombianas a cambio de sus billetes venezolanos. En tiempos de bonanza económica, esos 70 bolívares probablemente pagaban un porcentaje de un teléfono celular o un pequeño televisor en Caracas. Hoy, esos 70 bolívares no sirven para comprar un pedazo de pan.
Pobre Venezuela.  Cuna de Simón Bolívar y campo de inmensas riquezas naturales, hoy también un festín de los intereses extranjeros que se propagan desde Estados Unidos, Europa y Rusia.
El gobierno corrupto de Donald Trump no tiene otro interés más que tener control del oro negro venezolano y volver a intervenir en la política latinoamericana. Trump, quien gobierna Estados Unidos como un gángster de la mafia, ahora quiere transparencia en Venezuela.  ¡Patético!
El actual equipo de trabajo del gobierno norteamericano está plagado de personas cuyas experiencias no dejan nada agradable en la boca de la población latinoamericana. El enviado especial Elliott Abrams es un intervencionista; Mike Pompeo, Secretario de Estado, y el asesor de la Casa Blanca, John Bolton, son marionetas de Trump.
Pobre Venezuela, ni aquí ni allá le sirve la ayuda para el cambio.
Dr. Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletter@yahoo.com

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