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¿Por qué algunos niños no hablan bien?

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Un problema en la pronunciación puede significar para el pequeño un rechazo en el hogar y en la escuela… Pero esta situación no siempre se debe a un problema físico, sino que a veces puede ser emocional

 Una de las causas principales por los que un niño no sabe hablar es la poca estimulación. El maltrato emocional también se encuentra entre las causas principales que provocan problemas del habla en los niños, el daño puede tener las mismas complicaciones de quienes se expresan incorrectamente por defectos físicos o neurológicos… 

   Un ejemplo de ello sería un pequeño de 4 años, Carlitos, que parece estar condenado a tartamudear por el resto de su vida. Sus habilidades lingüísticas pudieron haber sido normales si sus padres no pelearan todo el tiempo, no lo regañaran injustificadamente, no lo hubieran hecho sentir de menos cuando nació su hermano menor y encontrara armonía en el hogar. 

    Un problema en la pronunciación puede significar para un niño el rechazo en el hogar y en la escuela, donde es objeto de burlas de otros pequeños, que tampoco comprenden por qué ocurre esto. 

  Para que un niño corrija su habla es necesario identificar con exactitud cuál es el trastorno que le está afectando. De acuerdo con Patricia Peralta, terapista del centro Psicología Educativa, “la evaluación consiste en una entrevista con los padres o encargados del menor, pruebas informales, un test, la revisión de los órganos fonoarticulatorios y del patrón respiratorio”. 

  Esto permite clasificar el caso entre los diferentes trastornos reconocidos clínicamente. Todos estos casos son tratados por terapistas del habla, apoyándose en psicólogos, cirujanos y otorrinaringólogos cuando así se requiere. “Los problemas más difíciles de tratar son aquellos cuya causa es emocional, como el tartamudeo, que requiere de psicoterapia paralela a la terapia del lenguaje”, indica Peralta. 

   Los casos más comunes y con mayor probabilidad de corrección son las dislalias, que consisten en la mala pronunciación de las letras, ya sea por sustitución, omisión o distorsión de los sonidos. Aquí entra el rotacismo, cuando el problema es con la “R”; sigmatismo, con la “S”; landacismo, con la “L”, y otras letras.

  Entre los casos menos complicados de lo que podría parecer está el frenillo corto, que impide el adecuado movimiento de la lengua. Por su experiencia, la psicóloga infantil, Laura González, comenta que cuando se diagnostica este defecto “los papás le tienen pánico a eso porque creen que es una operación complicada, pero no, la realiza el dentista y, a veces, ni siquiera es necesario poner puntos, no hay que hacer reposo ni faltar a la escuela”, explica. 

¿Cómo Detectar el Problema?

 La observación y actitud de los padres son determinantes en la capacidad lingüística del niño. Por una parte, deben estar muy atentos a que el hijo se desarrolle adecuadamente en cada etapa del proceso del habla, pero sin presionarlo ni afligirlo.

 “En lugar de estimular, los adultos atemorizan a los pequeños corrigiéndolos con gritos, diciéndoles que si no hablan bien no los van a recibir en el colegio”, señala González.

  El proceso del habla se inicia desde que el niño está en el vientre de la madre y, a ésta, se le recomienda que le hable y lo exponga a los sonidos de la música. 

  Durante los primeros 12 meses, el pequeño debe aprender a reconocer los sonidos, lo que puede manifestarse con gritos, llantos, gestos y balbuceos. A través del primer año debe aprender a decir algunas palabras, “las que más se facilitan son las que llevan la letra “P” porque es un sonido explosivo, mientras que la mayor dificultad se presenta con los sonidos guturales”, indica. 

 “A los dos años el niño debe decir frases con sentido y tratar de hacer oraciones. El siguiente año ya es capaz de mantener un diálogo corto y sigue instrucciones. Cuando alcanza los cuatro años tiene fluidez para relacionarse con los demás y el proceso del habla se va perfeccionando hasta los seis años”, ex-plica la terapista. 

  No todos los niños demostrarán el mismo nivel de desarrollo durante esos seis años, “algunos pueden pronunciar una “R” francesa durante un buen tiempo”, pero los padres y maestros deben estar muy atentos para distinguir un error fácilmente corregible. Si en los primeros meses el bebé tiene la vista perdida cuando se le somete a estímulos sonoros, llega a los dos años sin decir una palabra o se detecta otro retraso importante, entonces es necesario acudir a expertos. 

  Mientras más rápido se reaccione será más fácil corregir el defecto lingüístico, pues no habrá tanta interrupción entre las etapas del habla. Cuando los retrasos no se descubren durante los primeros meses de vida del menor, seguramente éstos se manifestarán en los años de escolaridad. 

 

  Es importante entonces, que los padres de familia y los maestros tengan una relación estrecha en la formación del niño, porque el futuro de esos pequeños está en sus manos!!

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