Algunos niños no quieren saber nada con experimentar probando nuevos sabores y comidas.
Y aunque algunos padres se agotan intentando alimentar a sus niños y a pesar de que esa actitud no la soportan, deben saber que el ser quisquillosos con la comida, puede ser una desventaja, ya que los pequeños se vuelven más vulnerables a enfermedades e incluso envenenamientos.
En el caso de los adultos, éstos son menos, ya que generalmente son más abiertos a probar platillos nuevos, pero como hay algunos tienen un sentido del gusto más agudo, entonces esto los vuelve más quisquillosos e incluso a veces más que un niño caprichoso. Eso depende también de sus experiencias pasadas con comidas desconocidas.
Uno de los cambios químicos más importantes que tienen lugar durante el proceso de maduración de las frutas, es que el almidón se transforma en azúcar. Por eso la fruta madura sabe mucho más dulce que la verde.
Si bien las antocianinas -que son pigmentos hidrosolubles- y otros antioxidantes pueden llegar a aumentar cuando la fruta madura, los niveles de vitamina C se elevan en algunas pero caen en otras.
De acuerdo al Zoológico Nacional Smithsonian en Estados Unidos la ballena azul es la más ruidosa.
Sus pulsos de 188 decibeles son más fuertes que el sonido de un motor de reacción y pueden escucharse a una distancia de hasta 800 kilómetros.
En tierra, los animales que hacen los ruidos más fuertes son probablemente los monos aulladores (del género Alouatta) cuyos chillidos pueden escucharse a una distancia de cerca de 5 km.
Una especie de insecto (Corixa punctata), del tamaño de un grano de arroz, puede llegar a “cantar” a un volumen de 103 decibeles. El insecto produce este sonido al frotar su pene contra su barriga. Este es el sonido más fuerte en relación al tamaño del animal.
En realidad, no son particularmente beneficiosos. Los alimentos probióticos son aquellos con microorganismos vivos similares a los que viven dentro de nuestro intestino.
Algunas investigaciones indican que pueden ser buenos para aquellas personas que padecen la enfermedad de Crohn o tienen síndrome de colon irritable. También se descubrió que reducen la duración de los episodios de diarrea en los niños pequeños.
Sin embargo, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria concluyó que la teoría de que estos alimentos refuerzan el sistema demonológico y mejoran la digestión no tenía fundamento científico
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